El miércoles próximo, después de haber celebrado la Navidad y el inicio de un nuevo año civil, tenemos otra hermosa e interesante fiesta: la Fiesta de los Reyes Magos.
¿Quiénes eran los Reyes Magos? Por lo que parece, ni eran Reyes ni eran magos. Seguramente eran más bien sabios de Oriente, gente muy preparada científicamente, y al mismo tiempo, creyentes con una especial sensibilidad religiosa. Personas honestas, coherentes en sus opciones de vida, no eran sólo gentes que parecían sabias, sino que eran de verdad sabios: no buscaban la verdad sólo con la cabeza, con la inteligencia, sino con la vida, de modo que, una vez encontrada la verdad, se dejaban llevar de la mano por ella. Y así actuaron en esta ocasión movidos por la estrella: descubrieron una cosa que les podía llevar a la verdad y se dejaron conducir por ella.
Cada uno de ellos había visto una estrella, se pone en camino hacia ella y así se encuentran todos los que van en esa misma dirección. Cada uno había salido de su casa, de su tierra, de su gente y en un determinado momento, se van encontrando. Han hecho un camino personal, individual, único…Pero ha habido algo que les ha unido, movidos por la Providencia: vieron una misma cosa: una estrella. Todos vieron la misma y única estrella y por ella se unieron. Algo en común, pues, los unió.
Y podemos preguntarnos: ¿A quién buscaban estos sabios de Oriente? No buscaban sólo un Rey, sino un Dios. “Hemos venido a adorarlo”, decían. Fueron en su búsqueda para adorarlo, no para pedirle cosas, no para resolver problemas personales, no para estudiarlo como científicos y sabios que eran, no lo buscaban para saber más cosas sobre él, fueron sencillamente para adorarlo.
En estos Magos tal vez había otro elemento que les empujaba al camino: no únicamente la búsqueda de la verdad, sino el devolver el amor al Amor. Seguramente se sintieron amados de Dios. Y por eso quieren adorarlo. Sólo de un corazón que se siente amado puede sentir el deseo de adorar. Estos hombres, buscando la verdad, se encontraron con el Amor, se encontraron con Dios que “ha amado tanto a los hombres que les ha enviado a su Hijo único, Jesucristo” (Cf. Jn 3,16).
Nos cuenta la Biblia que a Jesús le ofrecieron oro, incienso y mirra. El oro, el incienso y la mirra son signos externos, pero el verdadero don que ellos han puesto ante el Señor es el que sale de sus corazones: se han postrado, es decir, se han ofrecido con todo el amor que han sido capaces de poner, a Aquel que les había amado primeramente, Aquel que habiéndoles amado les había llamado y para poder postrarse en adoración se habían preparado largamente durante un camino.
¡Cuántas cosas buenas podemos aprender de esta fiesta!
En Ibiza y Formentera tenemos la costumbre en todos los pueblos y ciudades que los Reyes Magos en su cabalgata por las calles visiten el templo parroquial y allí adoren al Dios hecho hombre, a Jesús, Hijo de Dios, Verbo Encarnado. Es toda una enseñanza de que la vida de las personas está llamada al encuentro efectivo con Dios, un encuentro que tiene su expresión en la presencia en el templo, donde vemos a Dios, notamos su presencia efectiva, escuchamos su Palabra, experimentamos su misericordia, quedamos invitados a la práctica de la caridad. Que esta fiesta, pues, nos recuerde también esto y que sea una de las experiencias de nuestra vida.
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Para mí, es Fida Hasnain (fue director de archivos del Estado de Cachemira desde 1954 al 1983, arqueólogo, divulgador y abogado) en su obra “La otra historia de Jesús”, quien sin duda más y mejor a abundado en la cuestión de la vida y obra de Jesús desde un punto de vista histórico. En esta obra, en la que se trata de dilucidar lo mejor posible los hechos de esta singular figura, se recogen escritos sobre Jesús desde las culturas budistas, islámicas, sánscritas, apócrifas y cristianas ortodoxas. Pues bien, a través de sus estudios, Fida Hasnain sostiene – entre otras muchas cosas – que “los reyes magos” fueron en realidad monjes budistas, que, tal y como continúan haciendo en la actualidad, se presentan en busca de la reencarnación de un gran lama, en cuanto tienen noticia de que existe un nacimiento extraordinario. El budismo, tiene 800 años más que el cristianismo. Las tres “ofrendas”, no son más que pruebas para ver por qué se decanta el niño, si ante la vida de riqueza (oro) o si por el contrario será sólo una persona normal (mirra), o tal vez se decantará por la vida espiritual y religiosa (incienso). Efectivamente, provenían del lejano oriente: el Tíbet. Pero ¿cómo habrían tenido conocimiento de que iba a nacer un niño especial? Pues por la relación de correspondencia que existía entre los pontífices de la tendencia esenia – según él, constatada – de la que asegura pertenecía Jesús, y los budistas, que se extendía a través de la ruta de la seda. Para ello cabe mencionar, que explica que la concepción de Jesús fue planificada de manera religiosa, teniendo en cuenta que para la fecha de su nacimiento existieran unas condiciones astrales singulares. Explica que ello era algo que se practicaba de manera habitual en la época, y tradicionalmente entre los rabinos esenios, que buscaban con ello que sus dirigentes fueran personas elegidas por Dios. En este caso, buscaban expresamente, la llegada de la figura de “el Mesías”. Por tanto, desde el momento en que María queda en cinta, empiezan a informar a sus amigos los budistas, que va a nacer un ser singular. Eso es lo que hace que se pongan en marcha, tras constatar que efectivamente, tendrá lugar una confluencia astral inaudita por el tiempo en que debe de nacer. Esa confluencia se produjo según Miguel Gilarte Fernández, quien es director del Observatorio Astronómico de Almadén de la Plata (Sevilla) y presidente de la Asociación Astronómica de España. En una obra sobre el tema, dice lo siguiente: “En el año 7 a.C. ocurrió una conjunción planetaria (acercamiento aparente en el cielo de dos o más planetas), nada habitual. Júpiter se paseó casi justamente por delante de Saturno, hasta en 3 ocasiones en poco tiempo, en la constelación de Piscis. Los magos interpretarían este hecho como: un gran rey (Júpiter) de Justicia (Saturno) nace entre los judíos (Piscis). El símbolo de los peces (Piscis) está asociado a la simbología antigua del cristianismo y algunos estudiosos del tema, indican que proviene precisamente de la posición de Júpiter y Saturno en dicha constelación, incluso se ha llegado a relacionar con el nacimiento del pescador, de Jesús. Se esperaba la llegada del Mesías, según los profetas, y estos signos indicaban que el hecho estaba ocurriendo, al menos para los Magos de oriente. Júpiter es el dios principal y Saturno su padre. ¿Qué acontecimiento más grande se podía pedir para el nacimiento del Mesías? Y no una sola vez confluyeron los planetas, sino tres. Reyes, dioses y pescadores, una simbología concordante con la aparición de una gran figura, al menos para aquellos que esperaban al Mesías.” Es hoy día asumido por todos, que Jesús nació unos años “antes de Cristo”. Cabe destacar así mismo, que la adoración de los reyes magos, sólo se menciona en el evangelio de S. Mateo, que históricamente hoy día está en entre dicho. Pues a lo que parece no pudo en modo alguno ser obra del apóstol. Antonio Piñero Sáenz, catedrático español de filología griega de la Universidad Complutense de Madrid, especializado en lengua y literatura del cristianismo primitivo, dice en su obra “Guía para entender el Nuevo Testamento” lo siguiente: “Por tanto, no se sabe quién es verdaderamente el autor del Evangelio de Mateo. El que la tradición eclesiástica lo haya puesto bajo el nombre de un discípulo de Jesús es sólo un intento de dar autoridad a un Evangelio muy querido e importante por su riqueza doctrinal para el buen desarrollo de una Iglesia aún con pocos años. El autor es ciertamente un judío helenizado, pero de tradición palestina (conoce muchas sentencias de Jesús recogidas por la comunidad cristiana palestina), docto en las Escrituras, que vive y compone su evangelio dentro de una comunidad judeocristiana mixta, con mezcla de otros creyentes procedentes del paganismo. (…) El autor de Mateo es un escritor cristiano de segunda generación, puesto que utiliza textos escritos. Por tanto, parece quedar excluido que sea uno de los Doce, el publicano Mateo/Leví, cuya vocación se narra en Mateo 9:9. Algunos estudiosos han supuesto que este desconocido autor pertenece a una «escuela de escribas cristianos». Finalmente hay que mencionar, que la estrella de belén que tradicionalmente se representa, como es bien conocido, parte del célebre cuadro del pintor Giotto, quien en 1304 pintó “La adoración de los reyes magos”, dibujando un cometa sobre el portal, Giotto se impresionó por la aparición del Halley en 1301. Con lo cual, en modo alguno es la estrella que siguieron los sabios venidos del lejano oriente.