Hoy es el día D. El día Decisivo. La letra “D” unida a los dos puntos o al punto y coma se exhibe como un emoticono que representa una amplia sonrisa. Y hoy somos muchos los que la enarbolamos, porque este no es un domingo más, sino el Domingo con la “D” más grande de la historia de nuestra democracia. Si el 40 por ciento de los ciudadanos de nuestro país y de nuestra isla, por ende, no saben a quién votar en estos comicios, al menos ahora tienen más opciones que nunca. Si la vida fuese como una caja de bombones, o una discoteca, la elección esta vez no estaría entre uno u otro sino entre varios sabores, colores y estilos dispares.
No solamente tenemos seis opciones con posibilidades reales para elegir, aunque unas sean más realistas que otras, sino que hemos vivido en los medios de comunicación un acercamiento humano de sus candidatos a la verdadera sociedad española. No me negarán que ver a Mariano Rajoy jugando al futbolín e intentando cocinar con Bertín Osborne ha sido un hito para no olvidar, ni para bien, ni para mal, ni para todo lo contrario. Albert Rivera casi se carga a Calleja con una temeraria entrevista en un coche de carreras, Pedro Sánchez se calzó su eterna sonrisa para responder a las incómodas preguntas de Trancas y Barrancas en el Hormiguero, Alberto Garzón se ha hecho el dueño de las redes sociales con su ironía sobre los debates a cuatro, mientras que Andrés Herzog, por si no lo ubican el candidato de UPyD, se ha limitado a acudir al juzgado para declarar en calidad de imputado por un presunto delito de revelación de secretos por intervenir los correos electrónicos de varios antiguos miembros del partido. Eso sí, el líder indiscutible de esta nueva forma de hacer política ha sido sin duda el candidato de Podemos, Pablo Iglesias. Ensalzado al nivel del famoseo, tras hacer sombra a las elecciones andaluzas anunciando en Twitter su ruptura con su novia, ex también de IU, Tania Sánchez, Iglesias ha obligado al resto de candidatos a cambiar las normas del juego.
Él fue el primero en acudir a todos los platós habidos y por haber para hacer escuchar su voz. El resto le han ido a la zaga y la realidad es que gracias a esta nueva forma de difundir sus mensajes estos han llegado a casas, a foros y a tertulias de bar en los que nunca antes habían estado. Solo falta que dentro de cuatro años nuestro sistema se parezca más al americano, no solamente por este baile de políticos en programas de primetime, sino también por una nueva vuelta de tuerca que permitiese a los ciudadanos elegir a los candidatos de los partidos y votar sin dedazos de por medio a quienes deben gestionar nuestros bienes.
Porque no nos olvidemos de lo que estamos haciendo hoy: escoger a quienes administrarán nuestros impuestos y deberán decidir qué partidas y qué políticas se aplicarán en valores tan importantes como la educación, la sanidad, el transporte, el empleo o la seguridad.
Hoy tenemos derecho a votar a la fuerza que más nos acompañe o a hacerlo en blanco si todavía sentimos que no hay en la pista quien baile a nuestro son. Más difícil lo han tenido los que residen fuera de nuestro país o los que hoy estamos fuera a estas horas, de felices vacaciones, y hemos tenido que pedir el voto por correo, o lo que es lo mismo, “Misión Imposible”. Casualidad o causalidad, unas elecciones en estas fechas se traducen en un menoscabo para todos los que tenemos la mala suerte de vivir lejos de nuestros seres queridos y acudimos a brindar con ellos por una blanca y feliz Navidad. Aun así, y a pesar de que tal vez a algunos les viniese muy bien reducir esas papeletas jóvenes y exiliadas por placer, amor o deber, estas elecciones se estudiarán en un futuro en los libros de historia de nuestro país.
En nuestra mano está escribir cómo evolucionó esa sonrisa. Feliz y Decisivo Domingo amigos.
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