Buena parte de los residentes no ibicencos de la isla comprenderán la siguiente reflexión, que no por meditada debe ser asumida como dogma de fe. Quizás por su idiosincrasia y por su carácter estacional, Eivissa ha sido tradicionalmente percibida desde fuera como una isla de paso en la que es realmente complicado estrechar lazos de unión para llegar a formar un hogar –el problema de la vivienda y el alquiler tampoco ayuda– y un núcleo de amistades, digamos estable.
Buena parte de quienes nos visitan intentan aprovechar hasta la última gota de esta isla, ya sea en el aspecto económico o medioambiental. De ahí que las reticencias y la eterna lucha que han mantenido los oriundos frente a ese turismo ‘sanguijuela’ por preservar el territorio y los recursos haya alimentado un sentimiento apátrida que algunos trabajadores residentes manifiestan.
OPINIÓN | Rubén J. Palomo
Integrarse en una isla de paso
Eivissa09/12/15 0:00
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