Media noche. Sueño profundo. Frío gélido en la calle. Suenan las doce campanadas de fondo en la habitación, que en este mismo instante se ilumina como si las mismas paredes fueran de oro, mientras se siente la presencia turbadora de un ser de otro mundo. Y ¡No! Ya les advierto que ni me fumé nada anoche, entre otras cosas porque no fumo, ni las campanadas provienen de las campanas del Gorriaga, que vienen a anunciarme que me traen tabletas de chocolate y turrones por Navidad, ni tampoco, les advierto, se me ha colado en la estancia el cobrador del frac, con el rostro de Montoro, primero porque ya cumplí con hacienda, y segundo, porque si fuera ese, ya lo hubiera reconocido por su chistera y su sonrisa guasona, y lo hubiera enviado a tomar los vientos, y a cobrar a morosos a otra parte. Lo que mis ojos ven, es en esencia, como el personaje de Dickens. No el de Oliver Twist, niño tierno y de corazón noble donde los haya, sino el otro, el del cuento, ya saben, de Navidad en donde Dickens, estoy seguro de que sí se fumo algo el día en que lo escribió: un ser demacrado, fantasmagórico, esperpéntico, al más puro estilo de Valle-Inclán, capaz de turbar cualquier sueño profundo. No se me aventuren todavía. Pues por mucho que a alguien se le haya ocurrido, tampoco me estoy refiriendo a Freddy Krueger. Este del que yo les hablo acojona aún más. A cierta edad, ustedes, como un servidor, imagino que ya saben que también hay otros personajes capaces de asustar aún más a un bello durmiente. Concretamente, el personaje que no para de darme la vara, mientras duermo, es el mismísimo Zapatero. Y así; y con esta guisa, pero sin el gorrito ese con el pom pom, que lleva en la cabeza el personaje del cuento original y tras frotarme el rostro con una lija de ochenta, para ver si lo que veo es real o no, mis ojos no dan crédito a lo que están viendo y se tornan lívidos producto del pavor, cuando se oye en la habitación, su voz temblorosamente tétrica, susurrarme al oído: «- He venido para acompañarte a dar una vueltecita con unos amigos, para que veas y comprendas de una vez por todas lo que es el talante. Te vas a ca...r-»
OPINIÓN | Enrique Moreno Torres
Un cuento en la Navidad
Eivissa06/12/15 0:00
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