Amados lectores. Se nos acabó el chollo gastronómico. Y con él, esos fiestorros que nos dábamos los viernes, fines de semana, y días de guardar, con esas «torradas» populares. Y me estoy refiriendo a lo de torradas, en todos los sentidos, pues en ellas se suele acabar bien, pero que bien torrado, sobre todo tras la ingesta de ese néctar divino que los mortales bautizamos con el nombre de vino y que los mas rústicos, entre los que yo me cuento, con el sobrenombre de vino payés, de los de pura y auténtica garrafa, de esas de dieciséis litros, que se suelen descargar del maletero del vehículo, junto con todos los quilos de carne, y demás vituallas, y llevarse en volandas, como si del más preciado tesoro se tratase, por sus asas, entre dos machotes, o dos mujeronas, hasta el propio festín, que se encuentra junto al calor del fuego, y donde el aroma de sus brasas, con sabor a romero y tomillo, tan propios de la dieta mediterránea, desprenden esa sensación tan agradable, que hace que nuestras papilas gustativas, segreguen esos jugos gástricos, tan apetitosos para los sentidos, al olor de la carne recién salida de la lumbre.
¡Pero eso, queridos amigos, como solía decir, en sus capítulos sobre la fauna ibérica, Feliz Rodríguez de la Fuente, ya se acabó! Porque llegó la OMS. ¡Y no!. No me estoy refiriendo al Om mantrico del Yoga, escrito en sanscrito, no. Me estoy refiriendo a la Organización Mundial de la Salud, que acaba de sacarse, por alguno de sus miembros, y miembras, y también de por alguna parte de sus otros tipos de miembros, que la carne no es buena. Que la carne es perjudicial para el ser humano, y que produce cáncer. Pero...Vamos a ver: ¿Pero que nos están contando estos iluminatis?¿Cómo que no es buena la carne? Pero si está cojonuda, ya sea esta, a la brasa, a la parrilla, al chimichurri, o como caiga esta en el plato. ¿No les parece que hay gato encerrado en este asunto? ¿No será que el que ha elaborado el informe es vegetariano? ¿ O acaso tenemos la culpa de que estas personas haya tenido una indigestión tras un atracón en una torrada, y tras esta, se hayan convertido al veganismo? A caso ¿no se dan cuenta estos de la OMS, de que sus declaraciones suponen el atentado más grave, no solo a la convivencia humana, sino a la propia especie? Imagínense por un momento que la raza humana dejara de comer carne, y se hiciera herbívora. Las consecuencias por mutación serían terribles. Estudiosos igualmente creíbles, que los que nos acaban de emitir el informe de la OMS, afirman que nos crecería lana en el cuerpo, que aunque siendo positivos, eliminaría de raíz el problema de la alopecia, incrementaría inmensamente los gastos en utensilios propios para el afeitado, y ya puestos, que ni contar tiene que el depilado de ciertas partes se debería hacer al más puro estilo del esquilado tradicional: ¡A tijeretazo limpio! También nos informa este estudio independiente que pudiera ser, que nos diese a los humanos, por subirnos a los árboles como hacen las propias cabras, para arrancar a bocados, los brotes de los ramas, aunque aquí si se me permite, discrepo en la observación, ya que en muchos casos no se observarían diferencias entre las actuales y nosotros, hoy por hoy, porque hay que ver cómo está la gente. O si me lo permiten, peor aún, y sin lugar a dudas; lo más terrible y harto peligroso: Que independientemente de cualquier mutación genética, como pudiera ser la aparición de vello y cuernos; requisito este último, no indispensable en este tipo de mutaciones, por cuanto algunos seres humanos ya los ostentan, aún siendo desconocedores de su propia mutación, sería que instituciones tan importantes como el Estado, o la Iglesia, acabaran por perder su peso y control, entre la sociedad mutante, puesto que el hombre, consciente de su propia extinción , al dejar de consumir carne, haría del todo imposible que tal estamento no pudiera prohibirla, ni tan siquiera en cuaresma; por no tener ningún sentido, y, puesto que no tendría efecto prohibir algo que no se hace ya, que es tragar carne a mansalva, muchos de los pecados capitales, como son la gula, y la lujuria, quedarían extinguidos, y por lo tanto, con ellos, sobrevendría la decadencia del poder de la iglesia sobre su rebaño, que ahora sí, todo hay que decirlo, acabarían todos por ser un rebaño de ovejas descarriadas, o de cabras locas rumiantes, porque aunque no comieran carne, estoy seguro de que seguirían comiendo otro tipo de carne lujuriosa, y ya saben que no me estoy refiriendo ni a la carne roja, ni tan siquiera a la blanca de la ternera de Ávila, que está de miedo con unas setas y unas patatitas de acompañamiento.
Y luego, ya ni les digo sobre el poder civil y el político, sobre todo este último, pues este, perdería peso ante una sociedad, que al dejar de comer carne, la dentadura sus prójimos, los políticos, (que, entre nosotros, algunos, más que ovejas, son lobos con piel de cordero), se les acabaría por deformar, haciéndose esta, blanda, e incluso inexistente, y así, las «mordidas» que hoy dan algunos, por las que pudieran hacer en el futuro, por mucha prótesis que llevasen, ya no serían las mismas - y si no me creen, examinen las dentaduras del clan Pujol, y comprenderán porqué, ante tales colmillos, sus mordidas no pueden ser precisamente pequeñas - . Y qué decir de las campañas electorales. ¿Se imaginan un mitin electoral en nuestras islas sin pan con sobrasada y butifarrón, y solo con buñuelos y un mísero refresco de soda? ¡La ruina de todo equipo de gobierno que se precie en llegar al poder. Y si alguien pensara que ya no es así, es que efectivamente nos estamos convirtiendo en corderos, y por lo tanto en seres herbívoros, a pasos agigantados. Créanme. Está empíricamente probado.
!¡En fin! Toda una reflexión en torno a un alimento, como la carne, capaz de no solamente hundir a la mejor, y más firme economía que pueda existir, sino incluso a toda una sociedad, o un sector alimenticio; y todo ello, provocado por unos «mantras», al que le podemos quitar la «r», que en el mejor de los casos, son herbívoros, y en el peor, están como una puta cabra. Ustedes sigan viendo y escuchando las noticias de la caja tonta, que, según dicen los interesados, siempre son ciertas. Yo voy a ver si pillo un par de sobrasadas y unas chuletas, y me voy a una torrada.
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