El Señor resucita a la hija de Jairo y cura a la hemorroisa que había puesto ya todos los medios humanos posibles para recuperar su salud e iba de mal en peor. Cuando oyó hablar de Jesús, decía: si pudiera tocar, aunque sólo fuera su manto, quedaré sana. En el mismo instante sintió en su cuerpo que estaba curada de la enfermedad. Jesús, entonces le dijo: hija, tu fe te ha salvado; vete en paz y queda curada de tu dolencia.
El milagro de la resurrección de la hija de Jairo, como todos los que aparecen en el Evangelio, manifiesta la divinidad de Cristo.
Solamente Dios puede hacer milagros. En el libro de la Sabiduría ( Sab, 16,13) leemos: Yavé, Dios, tiene el poder de la vida y de la muerte. Los siervos del jefe de la sinagoga le dicen a su señor: «Tu hija ha muerto». El Señor le dice a Jairo. No temas, tan sólo ten fe. Cuando llegan a la casa, Jesús dijo: la niña no ha muerto, sino que duerme. Y se reían de él. Pero él, haciendo salir a todos, toma consigo al padre y a la madre de la niña y a los que le acompañaban, Pedro, Juan y Santiago, y cogiendo la mano de la niña, le dice: Talita cum , que significa: Niña, a ti te digo, levántate. Y en seguida la niña se levantó y se puso a andar, tenía doce años. Todos quedaron llenos de asombro. La niña estaba muerta para los hombres, que no podían despertarla, para Dios dormía, porque su alma vivía sometida al poder divino , y la carne descansaba para la resurrección. Desde entonces se introdujo entre los cristianos la costumbre de llamar a los muertos que sabemos que resucitarán con el nombre de durmientes ( RIP). Es lo mismo que ocurrió con la muerte de Lázaro. Jesús dice: «Lázaro, nuestro amigo, está dormido, pero voy a despertarle». Y cuando los discípulos piensan que se trataba del sueño natural, el Señor claramente afirma: «Lázaro ha muerto» (JN.11,11).
Cuando Jesús, con autoridad soberana, sin remitirse a un poder superior, manda, sin más, que vuelva a la vida la hija de Jairo, manifiesta así que Él es Dios. Creo en la resurrección de la carne. Es una verdad de fe que expresa que los cuerpos resucitarán. El que cree en Mí, aunque haya muerto, resucitará, como el Cuerpo de Jesucristo y el de Santa María.
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