Es una jornada dedicada a reflexionar sobre el ministerio del Sucesor de Pedro, y en consecuencia ahora oramos por el Papa Francisco, que tanta esperanza ha suscitado desde el momento de su elección en marzo de 2013, hace ya más de dos años, en la Iglesia y en el mundo entero. Desde el inicio de su pontificado nos está llamando a todos a vivir con alegría la fe y a salir a las periferias geográficas y existenciales, con nuevas formas y movidos por el Espíritu Santo, desde la pobreza y la libertad evangélicas. Nos invita, también, a ser personas solidarias y cercanas unos de otros, a ser caritativos, a promover la institución familiar, a defender la naturaleza… son tantas las enseñanzas que en el ejercicio de su ministerio universal el Papa Francisco nos va entregando. El pasado miércoles, 24 de junio, tuve la alegria de un nuevo encuentro con él en el Vaticano. Le hable de varias cosas, entre ellas la de la causa de nuestros mártires, víctimas de la persecución religiosa de 1936. Ese encuentro me impidió asisitir a la fiesta de Sant Joan en nuestra diócesis, pero en Roma recé por ese pueblo, por sus fieles, por su párroco, por la vida de esa parroquia.
En el Papa Francisco vemos cómo Dios en cada momento nos da el Papa que el mundo necesita y que la Iglesia puede ofrecer para el bien común. Así ha sido con San Juan XXIII, con el Beato Pablo VI, con San Juan Pablo II, con Benedicto XVI, por citar los más recientes de los que todos hemos tenido conocimiento próximo.
Constituido por el mismo Cristo como Vicario suyo en la Iglesia, Cabeza visible de su Cuerpo y supremo Pastor de su Pueblo, Pedro y sus Sucesores apacientan con potestad plena, suprema y universal a la Iglesia de Jesucristo (cfr. Vaticano II, Lumen Gentium 22).
En comunión y bajo la autoridad del Papa Francisco, cada Obispo, como Sucesor de los Apóstoles, preside en la caridad, es vínculo de comunión y pastorea la porción del Pueblo de Dios, que es la Diócesis, y participa con el Papa y con los demás Obispos de la solicitud de todas las Iglesias. El Papa es el principio y fundamento visible de unidad de los Obispos y de todo el Pueblo de Dios.
Nuestra actitud ante el Papa ha de ser de respeto, veneración, cercanía y amor. Esta actitud ha de traducirse en una obediencia obsequiosa a su magisterio y a sus decisiones.
Con motivo del Día del Papa somos invitados a orar por Su Santidad el Papa Francisco, para que el Señor le conceda audacia de profeta, fortaleza de testigo, clarividencia de maestro, seguridad de guía y mansedumbre de padre.
En esta jornada, además de renovar nuestra adhesión al Papa, nuestro compromiso en el acoger sus enseñanzas, de fomentar la difusión de su Magisterio, es también un día para colaborar con un buen donativo a que el Santo Padre pueda realizar su misión evangelizadora y de caridad en favor de todas las Iglesias, especialmente de las más pobres. En efecto, hoy en todas las parroquias la colecta se llama ‘Óbolo de San Pedro' y está dedicada al Papa. Con este nombre, pues, se indica una ayuda económica y generosa que los sacerdotes y los fieles, como expresión de nuestra adhesión a su persona y a su doctrina. ofreceremos hoy al Sucesor de San Pedro para hacer frente a las múltiples necesidades de la Iglesia universal. Es una ofrenda que expresa nuestra unión con el Obispo de Roma, el Papa, un gesto que no tiene sólo un resultado práctico, sino también es expresión de comunión con el Papa y atención a las necesidades de los hermanos.
Así pues esta colecta que se hace hoy en todas las Misas de este domingo, 28 de junio, se le enviará, como cada año, al Papa a través de la Nunciatura Apostólica en España. Un año más pido la colaboración económica de todos los diocesanos, a quienes os expreso ya mi sincero agradecimiento, sabiendo que ayudar al Papa con nuestra aportación, es algo bueno e importante.
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