Unos quieren hacer una Comunidad Autónoma Pitiusa, sin especificar si la capital sería en Sant Ferrán de Formentera y el Parlament se establecería en Sant Rafel. Tampoco aclaran que fórmula piensan utilizar para solucionar la financiación y evitar suspicacias sobre el maldito centralismo y el egoísmo administrativo, ni argumentan en que saldríamos ganando los pitiusos con dicha solución territorial.
Otros proponen una aerolínea público-privada propia de Ibiza, sin especificar si la parte pública se financiará con uncrowdfunding, con los presupuestos del Consell o repartido entre los Ayuntamientos. Aunque la idea parece tentadora, a tenor de la falta de vuelos que sufrimos, sobretodo en invierno, plantea interrogantes: ¿Sería más barato para los residentes o sería de uso exclusivo? Dado que ninguna compañía privada quiere establecerse en Eivissa hemos de suponer que es debido a que no lo consideran un negocio viable; y si es así, ¿tendríamos que estar pagando los ciudadanos las pérdidas económicas de una compañía aérea sólo por el hecho de ser ibicenca?
Están los que hacen poco ruido en la isla, pero fuera están que se salen y lanzan mensajes que nos afectan, como bajar el IVA cultural y subirnos el del pan y el de los huevos. Creo que lo entiendo; pretenden que el alimento del alma no tenga los precios por las nubes y, aprovechando la carambola, de paso controlarnos el colesterol y el sobrepeso.
¿Y aquellos que, después de estar cuatro disciplinados años en el Consell de manera silenciosa, ya a las puertas de las elecciones proponen aumentar la representación en la cámara balear, haciendo unos peligrosos juegos numéricos con respecto al resto de las islas?. La militancia política anti-mallorquina se ha puesto de moda; ya existía, pero no era una política organizada, eran más bien exabruptos momentáneos que ahora parecen institucionalizarse.
Estamos a la espera que algún partido plantee el puente Eivissa-Denia, al estilo de Manhattan con vistas desde Formentera como si estuviésemos en Brooklyn, que se propongan alternativas a la situación de estacionalidad histórica que sufrimos, al abandono que padecemos en el campo de las infraestructuras (depuradoras, internet, alcantarillados, aceras…), al descuidado estado de la isla, la escasez de agua, el transporte público, la sanidad, la educación, la dependencia en general y especialmente la de nuestros mayores, de la falta de futuro de nuestros hijos, de la protección del territorio, del medio ambiente, del cuidado de las tradiciones que marcan nuestro carácter y nos convierten en una isla con personalidad propia… Es decir, de todo aquello que afecta directamente a la calidad de vida cotidiana de los ciudadanos, que son competencia directa de los ayuntamientos y del Consell, que son las instituciones que pueden y deben solucionarlo. De todo eso hemos oído poco o nada que suene creíble.
Todas estas propuestas tan ambiciosas que hemos podido escuchar nos gustaría que estuvieran avaladas por estudios de viabilidad que se dieran a conocer y que permitieran abrir un debate capaz de enriquecerlas y hacer viable la posibilidad de llevarlas a cabo.
¿Realidad o ficción? Hay que tener cuidado con lo que se vota, porque después, se tienen los políticos con el mismo nivel de rigurosidad que sus propuestas.
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