Sea como sea, los homosexuales, las lesbianas o los transexuales tienen sus barrios, sus locales de ocio, sus fiestas, sus hoteles, sus ‘días' y sus eventos; algunos excluyentes, otros no, pero casi siempre aportan más una imaginación y un tono transgresor difícil de encontrar en otra partes.
En una sociedad perfecta, heteros y gays deberíamos divertirnos juntos, siempre, pero nuestro mundo es absurdo, y esa absurdidad prefiero que me encuentre pasándomelo en grande. Entre el 8 y el 12 de julio se va a celebrar en Eivissa la Gay Pride. Serán unos días locos, que acercarán a la isla varios miles de personas en busca de diversión y que evocarán aquella ‘tierra soñada' por los homosexuales de medio mundo.
Corrían los años postreros de la década de los 80 y los primeros ‘90' y se respiraba libertad, buen rollo y un punto de sano desenfreno. Pero la cosa fue decayendo. Ellos se cansaron de Eivissa o quizá Eivissa se cansó de ellos. Buscaron otros espacios, los conquistaron, y algunos ya no volvieron. Tal vez es hora de que muchos de ellos vuelvan, si no atraídos por esos aires de libertad - ahora mucho más extendidos - que sea por todo lo que ofrece este rincón del Mediterráneo... y por la diversión y el parrandeo también, por supuesto.
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