En los últimos tiempos me viene preocupando la cuestión de como se integra la extrema necesidad de muchas personas de sobrevivir económicamente (y más con la crisis) con el efecto o las consecuencias de como se gana este dinero.
Si bien es cierto que cuando tenemos una necesidad muy perentoria de ganar dinero para cubrir gastos, pagar deudas... la angustia que esto genera hace que estemos dispuestos a cualquier cosa, sin que haya mucho margen para hacer otra cosa, quisiera dirigir la siguiente reflexión a aquellas persona que han podido remontar esa situación de necesidad -que por suerte no suele durar toda la vida-.
Mi contexto habitual, la isla de Eivissa, hace que me de cuenta de como existen muchas actividades que generan unas enormes ganancias y beneficios a determinados empresarios audaces, a los que nadie ha regalado nada. Más allá de eso, me planteo que a parte del consabido dilema de que no podemos sacrificar la salud ambiental de la isla por el beneficio económico, yo iría más allá: en mi opinión, el planteamiento de determinadas actividades económicas muy asociadas a un ocio empobrecedor y de descontrol -a menudo peligroso para la salud- no debería ser el bastión sobre el que se sustenta la prosperidad y los beneficios de nuestro modelo turístico, dado que a la degradación de la isla a nivel ambienal, se une una degración que nadie suele comentar: la degradación psicológica y ética, tanto del turismo que recibimos como de los propios ibicencos por estar en contacto, inmersos y dependiendo de un turismo a menudo irreflexivo, que no respeta, que invade, que estropea; lo curisoso, es que nosotros permitimos y alentamos todos esto mientras lo paguen bien...
Así hemos terminado nosotros también por ir enloquecidos, al ritmo de la temporada turística, con jornadas insostenibles familiarmente, trabajando para dar servicios a personas que vienen a enajenerse transitoriamente, pensamos que es problema de ellos ("como pagan barbaridades por entrar a tal fiesta o tomar una copa, allá ellos..."). Pues no! El problema también es nuestro aunque no lo queramos reconocer. Las personas tienen la libertad para decidir desenfrenarse o intoxicarse (etílicamente o con otras sustancias, hasta el infinito) pero nosotros tenemos la responsabilidad de no bailarles el agua, cuando a menudo es lo contrario; creamos las condiciones para el desastre: nos es rentable.
Y diré más: no quiero que muera gente este verano, no quiero que se despeñen por balcones, no quiero muertes por intoxicaciones de drogas adulteradas, no quiero muertes por accidentes de tráfico, por palizas o agresiones. Preferiría que la gente que viene a nuestra isla disfrute lo pase bien, y se vaya con la idea de un pueblo orgulloso que cuida de su tierra.
Es un trato entre ambas partes: tu disfrutas de mi maravillosa isla y lo que puede ofrecer, respetando el entorno y las costumbres, yo cuido que tu estancia sea agradable y segura y obtengo un beneficio económico: al final los dos hemos salido ganando.
Por otra parte, si a mi en la playa me vendieran una botella de agua por 6€ cuando estoy de vacaciones, sentiría que se están aprovechando de mi, con lo que mi irritación y mis ganas de respetar mi entorno disminuirían y con eso entramos en un círculo vicioso que seguro que sabeis como termina.
El abuso económico es también una manera de degradarnos a nosotros mismos: "da igual lo que haga el turista, como si quema el bosque, total yo ya tengo los 6€ en el bolsillo"... es casi maltrato económico.
Aunque creamos, que no es así, no todo vale para ganar dinero,. Los primeros que tenemos que plantarnos ante el modelo turístico y ver como lo queremos cambiar, somo los ibicencos de a pie. No lo puedo decir más claro y puede que haya a quien no le guste, pero es mi opinión y estaré encantado de contrastarla.
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