Lo siento, no voy a hablar ni de Wagner ni de Visconti.
La época estival es proclive a los incendios, por ello se que no hago precisamente de bombero al recordar la frase de G. Santayana “ El nacionalismo es la indignidad de tener un alma controlada por la geografía”. Me temo que no hemos aprendido nada de la historia, ni de la antigua, ni de la reciente. Para hablar de la no tan antigua, dirijanse al capitulo dedicado a Prusia en el libro “Reinos desaparecidos” de Norman Davies. Aprenderán que los países mitifican sus orígenes adaptándolos a sus fines, ya que ¿quien se va a molestar en verificar su certeza? Sepan que los prusianos nunca fueron prusianos. Para la cercana, abran su memoria sobre lo ocurrido durante la desintegración de Yugoslavia. Como recordatorio de la utilidad de las fronteras, éstas las marcaría colocando monolitos giratorios con el nombre de todos los inmolados, voluntarios e involuntarios. Al ser tipo veleta, el viento decidiría hacia donde mirarían esos ojos cautivos de una tierra propia.
A veces, uno encuentra frases insospechadas que te sobresaltan y te llevan a subrayarlas en libros a priori que consideraríamos ligeros, y, mas si pueden encuadrarse en el epígrafe Serie Negra, como seria el caso de “Los secretos de Oxford”, de Dorothy L. Sayers. Allí encontré lo siguiente, que transcribo: Resulta extraordinariamente fácil matar a un gran numero de personas, y lo primero que hace un principio, si realmente es un principio, es matar a alguien. El párrafo se sigue de otro “ La verdadera tragedia no consiste entre el bien y el mal, sino entre el bien y el bien”. Se resume:si yo tengo la razón, el otro está equivocado. Es un comportamiento habitual en las demencias vistas en mi consulta: yo no pierdo las cosas, luego sino aparecen, otro me las ha robado. Por lo tanto, obraré en consecuencia. Comportamiento básico de la física: acción -reacción.
Las personas seguimos ancladas en un marco geográfico, una lengua, una religión que, en principio, deberían darnos una extraordinaria ligazón con nuestros vecinos (solidaridad). Pero olvidamos que el mundo ha cambiado. Tenemos acceso a la información en tiempo real, podemos viajar a cualquier parte del mundo en un corto tiempo y a un precio asequible, es posible trabajar en lo nuestro por doquier, pero se mantienen las fronteras y es difícil cambiar lo básico. ¿Como es posible que hayamos vuelto a la época de las cruzadas? Miren los mapas de los conflictos actuales. Solo tienen que cambiar los santos lugares por el petróleo como objetivo primario. Pero persisten las guerras de religión. Aceptamos matanzas por motivos sin motivo. ¿Cómo somos capaces de seguir olvidando a las personas, que son las que viven y sufren, en nombre de unos limites en el mapa (de contornos tan volubles) o invocando a unos dioses que todavía no se han dado cuenta, que, por su bien, deberíamos enterrarlos bajo siete llaves como la sepultura del Cid?
Qué en paz descansen, y nos dejen descansar. O por lo menos que nos den tiempo para inventar unos nuevos.
OPINIÓN| José Luis Parajuá
El ocaso de los dioses
30/07/14 0:00
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