El conjunto de la Unión Europea empezará a recuperarse económicamente en el tercer trimestre de este año, pero España se quedará fuera de esta senda, porque nuestro PIB sufrirá nuevas contracciones en este segundo semestre. Son vaticinios de la Comisión Europea, que asegura que la recesión española no será tan profunda como la de algunos países, pero sí más larga. ¿Por qué? Por la debacle del sector de la construcción, por el elevado endeudamiento de las familias, el aumento del paro y la caída de la inversión.

Por unas cosas o por otras, el caso español es diferente. Y la diferencia es crucial. Zapatero "avalado por la UE" cree que lo peor ha pasado, aunque advierte que quedan «meses difíciles». Y así será, porque las bases del crecimiento de nuestra economía "lo que en algunos medios se llamó «el milagro español»" eran endebles y desde las más altas instancias se sabía. Ya desde los tiempos de Aznar los gobiernos auspiciaron un crecimiento desmesurado de la construcción que provocó el 'efecto llamada' para millones de inmigrantes. El país crecía en riqueza y en población. Ahora se vaticina la desaparición del 75% de las empresas constructoras de viviendas hasta 2013, cuando empezará la recuperación del sector, aunque sólo alcanzará la mitad de su volumen actual. Hasta 2010 se habrán destruido en el sector 1'65 millones de empleos, reduciéndose a la mitad el peso de la construcción en el empleo total.

Aún quedan 2'4 millones de casas por vender y cada año la demanda asciende a 230.000, de modo que hay viviendas disponibles para los próximos quince años. ¿Cómo podrá entonces resucitar el sector? ¿Qué otros sectores tirarán del carro de la economía española?

No es necesario ser pesimista, lo urgente es activar otros sectores, apostar de una vez por un crecimiento sostenible y firme, y dejar atrás las «burbujas», los milagros y los espejismos.