La muerte de Baltasar Porcel significa la desaparición física de una de las figuras más insignes de la literatura en lengua catalana, pero como él mismo declaró hace poco cuando recogió el Premi d'Honor de les Lletres Catalanes que le entregó el Omnium Cultural: jo som la meva obra, una frase que resume a la perfección la trascendencia de este escritor mallorquín que siempre tuvo en su Andratx natal una de las referencias básicas de toda su creación.
Porcel ha destacado en innumerables facetas desde que en 1952 publicó su primer artículo periodístico. Como novelista ha recibido todo tipo de reconocimientos por parte de las instituciones públicas y culturales, tanto de Catalunya como de Balears, de hecho el Govern había declarado este 2009 'l'any Porcel' a modo de homenaje cuando nada hacía presagiar el fatal desenlace precipitado por un cáncer detectado en 2006. Viajero empedernido, hace décadas que ya advertía de la pujanza asiática, el escritor andritxol no dejó nunca de ser un agudo analista, no exento de polémica, de la sociedad en la que le tocó vivir y que los lectores de Ultima Hora han podido seguir a través de sus artículos durante más de tres décadas.
Baltasar Porcel ha muerto, pero siempre nos quedará su obra, libros, artículos y comentarios que, con seguridad, deberán seguir siendo objeto de análisis y estudio en el futuro como depositarios de un legado impagable de testimonio de la evolución social de Mallorca, Catalunya -donde tenía fijada su residencia- y el mundo. Desde ayer, Porcel entró en la historia junto al grupo del reducido y selecto de los grandes literatos en lengua catalana; él que siempre dejó muy clara una inequívoca mallorquinidad en toda su bibliografía.
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