Las Pitiüses entraron ayer, con las incidencias previstas, en la nueva era de la televisión digital terrestre (TDT) y dejan atrás, para siempre, la limitada y nunca bien definida señal analógica. Figuran, para bien y para mal, en la vanguardia española de los lugares que se adelantan al parón definitivo y general del histórico método de difusión de la señal audivisual, pero, a cambio de los desajustes, podrán decir adiós a los problemas que el viejo sistema llevaba parejo: limitación de frecuencias, vulnerabilidad y baja fidelidad. De hecho, los rigores del verano convertían la experiencia de ver la televisión en un combate entre la impaciencia y la resignación, algo que, en principio, debe quedar atrás ya para siempre. Las autoridades han destinado mucho dinero y esfuerzo en conseguir llegar a la fecha con los deberes cumplidos, pero eso, como se pudo comprobar ayer, no era garantía de que la población cumpliera con su parte y ayer todavía eran muchas las familias que corrían a adquirir bien un televisor adaptado bien un decodificador. Sin embargo, y pese a que no es una cuestión estrictamente local, la entrada del nuevo sistema de difusión de la señal televisiva supone, como poco, un simple paso intermedio en lo que a lo que al futuro de la radiodifusión se refiere, porque los horizontes perfectamente oteables de la alta definición o del sistema de canales de pago hacen que el de ayer -para nosotros- sea tan sólo una fase con fecha de caducidad. Queda por definir, además, cómo influirán en este ámbito otros métodos de difusión como, por ejemplo, internet o la banda ancha. Las mejoras tecnológicas se suceden tan deprisa que avanzarnos al futuro es, simplemente, apostar con pocas posibilidades de éxito.
Las Pitiüses entran con tranquilidad en la era TDT
01/07/09 0:00
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