El brutal descenso en los contratos indefinidos registrado durante el último año, con una bajada del 33 por ciento, es una nueva luz de alarma sobre las consecuencias de la crisis económica en Balears, la cual se está cebando con especial virulencia en el mercado laboral. El retraso en el inicio de la temporada turística y el desplome del sector de la construcción, junto con la manifiesta recesión en el comercio, configuran un panorama muy complicado a partir del próximo otoño.

Los esfuerzos de las administraciones no son suficientes para detener la precariedad laboral. Los planes de incentivación de la inversión pública no están, al menos de momento, logrando cambiar la tendencia en lo que a destrucción de puestos de trabajo se refiere. El respiro que, con total seguridad, supondrá la entrada de la temporada del turismo en Balears puede convertirse en un espejismo a partir de octubre y, lo que todavía agrava más la situación, con un porcentaje cada vez más elevado de trabajadores sin ningún tipo de prestación por desempleo al no contar con el período mínimo de cotización.

Ahora es el momento de comenzar a preparar los planes de contingencia para hacer frente a una situación que habrá que resolver si no se quiere favorecer un estallido social de imprevisibles consecuencias, una tarea en la que es precisa la intervención conjunta y coordinada de todos los estamentos de la Administración "central, autonómica y municipal" para optimizar los recursos, cada vez más escasos, disponibles. La economía, y la sociedad, balear tiene un reto por delante. Es el momento de poner a prueba nuestra capacidad para hacer frente a la adversidad y recuperar, cuanto antes, la prosperidad y el bienestar.