En pocas ocasiones un nuevo año llega a Balears cargado de tan malos augurios como este recién estrenado 2009, un período en el que -según todos los vaticinios- la crisis económica todavía se agravará más, la cifra de parados continuará aumentando y los escándalos de corrupción política continuarán salpicando la actualidad. Los próximos doce meses se vislumbran como una prolongación empeorada del 2008 que acabamos de dejar, como si se hubiera entrado en una espiral maligna de la que parece imposible llegar a salir.

Balears afronta, gracias al dinamismo empresarial, este período con mayores garantías debido al sostén de la industria turística, la única que, por el momento, mantiene unas previsiones de actividad aceptable para el 2009 frente al desplome irrecuperable a corto plazo del sector inmobiliario. En todo caso hay una total coincidencia en poner como máxima prioridad la recuperación del mercado laboral, consecuencia más dramática de la recesión.

Con todo, tal y como se apunta, comienzan a darse las primeras condiciones para la imprescindible recuperación de la confianza. La inflación desciende, igual que los precios del petróleo y los tipos de interés. No cabe duda que más pronto que tarde la economía tanto española como mundial acabará reaccionando.

En el plano internacional, siempre tan convulso y con conflictos enquistados como el de Oriente Medio, este 2009 supondrá el estreno de Barack Obama como presidente de los Estados Unidos. Son muchas, quizá demasiadas, las esperanzas depositadas en este hombre empeñado en cambiar el discurso de la primera potencia tras un período, el de la Administración Bush, especialmente belicista. La necesidad de reorientar las relaciones entre los países es una posibilidad. El tiempo dirá.