Francesc Antich abrió ayer el debate sobre política general de la Comunitat Autònoma con un discurso centrado en la exposición de lo que definió como un nuevo modelo económico basado en la sostenibilidad, la mesura y el sentido común. En el enunciado de la situación que hace el president son pocos los reproches que se pueden plantear, parte desde una realidad incontestable "hasta en veintidós ocasiones citó la palabra crisis" para exponer una serie de medidas que tienen como principal objetivo devolver la confianza al sistema productivo; la auténtica raíz del problema que asola la economía mundial.
Aunque pueda resultar en apariencia un contrasentido, acierta Antich cuando huye de fórmulas mágicas e innovadoras para salir de las actuales dificultades. Pagar las facturas pendientes, promover la inversión pública y facilitar el acceso de las empresas al crédito son medidas imprescindibles en estos momentos en los que conservar el máximo de puestos de trabajo es la máxima prioridad política, al igual que seguir apostando por la industria turística.
Sin embargo, en las propuestas del president del Govern siguen figurando elevadas dosis de voluntarismo y algunos olvidos imperdonables. La inconcreción preside el capítulo que Antich destina al modelo educativo propio de Balears que debe, en su opinión, frenar el fracaso escolar y mejorar la formación de nuestros estudiantes. Aspectos como el de la cultura, la defensa del patrimonio o la inmigración apenas merecieron la atención del primer mandatario de las Islas en la apertura del debete político más importante del año cuando son cuestiones de la máxima importancia.
Hay que tomar buena nota de la firmeza anunciada por Antich en materia de financiación y, por supuesto, en la lucha contra la corrupción y su apuesta por la austeridad y transparencia.
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