Mañana se repetirá en todos los pueblos y ciudades de Balears el ritual de la vuelta al 'cole' con el regreso de miles de chavales a las aulas después de un larguísimo período vacacional que ha durando casi tres meses. El madrugón, el uniforme, la mochila repleta de libros y material escolar nuevo, el reencuentro con los amigos y el primer contacto con nuevos profesores son las claves en una primera jornada escolar llena de nervios, lloros y prisas.
Más adelante, con calma, habrá que ir pensando en los asuntos más importantes, de mayor calado en un mundo, el de la educación, que no deja de proporcionar pésimos datos a la estadística nacional y autonómica.
Estamos a la cola europea en muchos criterios educativos, el fracaso escolar no deja de crecer y nunca hemos conseguido crear una estructura educativa que resulte eficiente, de calidad y atractiva para los alumnos.
Son cuestiones de vital importancia a las que los políticos parecen dar la espalda. Cada cambio de color gubernamental implica una reforma educativa que no hace más que empeorar más aún si cabe la situación.
Es hora de alejar la ideología, el partidismo y los juegos de poder de un ámbito tan sagrado como es la educación, la formación de las generaciones futuras de un país. Basta contemplar cómo lo hacen los estados más avanzados en materia educativa para tomar nota de cuáles son los caminos fructíferos para alumnos, profesores y familias. Dejémonos de perder el tiempo y las oportunidades y pensemos en la urgencia de alcanzar un gran pacto de Estado que aborde las enormes lagunas de nuestro sistema educativo para ponerles freno y solución. Lo que está en juego es, quizá, lo más importante de una nación: sus niños, su futuro.
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