enver es el escenario de la convención del Partido Demócrata, cuyo candidato, Barack Obama, trata de ganarse el apoyo interno, de los seguidores de la senadora Hillary Clinton, y, además, proyectar una imagen que logre romper el empate técnico que las encuestas le atribuyen con el republicano John McCain de cara a los comicios presidenciales del próximo mes de noviembre.

Obama logró su primera gran victoria al imponerse a Clinton, un hombre negro tenía posibilidades reales de acceder a la Casa Blanca. El fenómeno, que sorprendió a no pocos analistas, despertó de inmediato las simpatías y apoyos en Europa con un programa que, en política internacional, se centraba en la promesa de replegar las tropas en Irak. Sin embargo, los comicios estadounidenses tienen una lectura en clave interna ante la que Obama tiene, todavía, no pocos obstáculos que salvar.

Los compromisarios afines a Hillary Clinton se muestran remisos a participar en el proyecto de Barack Obama, que no quiso incorporar a su adversaria como futura vicepresidenta. Sin el apoyo de los seguidores de Clinton no parece factible llegar a la presidencia, a pesar incluso del reconocimiento de una figura tan emblemática como la de Edward Kennedy.

Habrá que esperar a la próxima convención del Partido Republicano, que tendrá lugar la próxima semana en Minneapolis, para poder conocer con más precisión si su candidato, John McCain, logra una ventaja definitiva sobre Barack Obama o todo quedará pendiente de la campaña final. Mientras, el pueblo americano tendrá en las urnas no sólo su propio futuro político y económico sino, también, el de medio mundo. Ahora en Denver y luego en Minneapolis, España tiene mucho en juego, razón de más para seguir de cerca lo que allí decidan.