El Instituto Nacional de Estadística ha dado a conocer el extraordinario incremento de la cifra de efectos impagados por los comercios y familias españolas durante los últimos doce meses, el 118'3 por ciento, hasta alcanzar los 1.820 millones de euros. El dato es una prueba más de la profundidad y gravedad de la crisis económica que está castigando las economías occidentales desde que, ahora hace un año, comenzaron a saltar las hipotecas de alto riesgo en los Estados Unidos.

Desde entonces, un fenómeno que se consideraba que no superaría el ámbito financiero ha acabado derribando los pilares que apuntalaban el crecimiento de los países más desarrollados, con un crecimiento exponencial del precio del petróleo y la escalada de los precios. La inflación derivada de esta situación, que también ha encarecido el precio del dinero, está castigando con dureza las sucesivas capas del tejido productivo y ya está alcanzando las más sensibles: el comercio y las familias. La combinación, en España, se traduce en una elevación de las tasas de morosidad, tal y como evidencian los índices del Instituto Nacional de Estadística, y, por otra parte, en un incremento del desempleo.

Los expertos vaticinan que no será hasta el 2010 cuando se producirán los primeros síntomas de recuperación económica, hasta entonces cabe esperar que resulten eficaces las medidas del Gobierno para paliar los efectos de la crisis. Mientras, hay que ir buscando el consuelo en la moderación del precio de los combustibles y su posterior efecto en la inflación, así como en la previsible congelación de los tipos de interés por parte del Banco Central Europeo. Elementos que sirven para albergar ciertas esperanzas de que el panorama no será tan dramático como algunos han llegado a sospechar.