Hacía tiempo que era evidente que aparentes buenas relaciones entre el Govern de Antich y el Ejecutivo de Zapatero no daba los frutos esperados para Balears. Los convenios firmados entre ambas administraciones no han cumplido las expectativas y el de carreteras ni ha comenzado a ejecutarse. Desde hace tiempo los socios de Antich habían mostrado su malestar por esta falta de interés del Gobierno socialista respecto al Govern de centro izquierda. Antich sabía, por lo tanto, que tenía que cambiar de estrategia. De la misma manera que José Montilla reivindicó las necesidades de Catalunya en presencia del propio Zapatero, hacía falta que Antich demostrase que no está a las órdenes de un gobierno que, de momento, no está mostrando apenas interés en los temas que afectan a Balears.

La exclusión de Palma en la cogestión aeroportuaria era un asunto de calado político y económico para que Antich, de una vez por todas, se plantase ante Zapatero. Es todavía prematuro adivinar si el presidente español ha entendido el mensaje, pero es evidente que Antich sí sabe lo que tiene que hacer a partir de ahora. Palma, como uno de los aeropuertos más activos y rentables de España, debe ser cogestionado por la Comunitat y la iniciativa privada. Es la mejor manera para reactivar la economía y potenciar un aeropuerto que podría ser todavía mucho más rentable desde el punto de vista turístico. Antich está a tiempo de rectificar y cambiar su estrategia respecto a Madrid. De lo contrario, el president balear puede pasar a la historia como un dirigente político que acató la disciplina de su propio partido en lugar de defender los intereses de los ciudadanos de Balears. Es urgente conseguir inversiones del Estado y Antich es la persona que debe conseguirlas. El camino iniciado por el president puede dar sus frutos porque con la sumisión sólo se habían logrado migajas.