La decisión de Xico Tarrés de convertirse en el hombre fuerte del PSOE de Eivissa y luego de sumar, al coste que fuera, a las tres 'familias' del socialismo insular supone una nueva apuesta por lo práctico, que es la continuación lógica de una política que le ha aupado a la presidencia del Consell d'Eivissa, la principal y más apreciada institución para los ciudadanos de la isla. El experimento, como todo en política, no está exento de riesgos, como no lo está tampoco la asociación con la amplia izquierda para conseguir doblegar al Partido Popular, fuerza política dominante en las Pitiüses en la reciente historia de la democracia, si se quería ganar las elecciones de 2007. El punto de partida parecía evidente: había que conseguir llegar al congreso insular con una única lista. Lo demás podía convertir la cita en un juego de cara o cruz. Las 'familias' asumieron rápidamente que el papel de 'hombre fuerte' ya estaba cogido, pero que si no había un acuerdo rápido el riesgo podía ser el 'olvido', por lo que optaron, sin demasiada convicción, por un acuerdo falsamente proporcional. Recordemos que el PSOE ha vivido en los últimos años dirigido por una gestora, una ejecutiva interina, impuesta desde Madrid y Palma por las tiranteces entre la anterior ejecutiva y los poderes institucionales reales. De aquella situación 'saltó' Roque López como secretario general, que poco después volvió con unas grabaciones recortadas en las que personajes relevantes del PSOE ibicenco hablan de comisiones por el proyecto Eivissa Centre. Ahora, en plena investigación judicial para determinar si hay algo punible, hay visiones diferentes del asunto y, por tanto, enfrentamientos. Había que superar todo eso, pero el precio a pagar aún se desconoce. Y eso, en un partido que gobierna, es un factor de riesgo para el ciudadano.