Para el sanantoniense Marcos García la noche del sábado fue la de su consagración como futbolista: culminó con un soberbio gol una gran actuación, que además significó la primera victoria del Villarreal sobre el Real Madrid en toda su historia. Marcos mereció los elogios de toda la prensa nacional.

Por sus descarados 19 años, por ser un jugador de cantera, por dejar sentados a internacionales como Sergio Ramos, por aguantar las embestidas impotentes debalón de oro Cannavaro, por la clase que demostró sobre el terreno y porque ya son varios los partidos en los que el ibicenco brilla sobre el resto, la irrupción de Marcos este año en Primera División no parece que vaya a ser efímera. No hay que olvidar que Marcos García sobresale en un equipo notable, cargado de jugadores internacionales de distintos países (Guille Franco, Forlán, Matías Fernández, Tomasson o Cani), que incluso se permite el lujo de prescindir de Riquelme, y que el año pasado jugó la Champions.

Ya se sabe que en el deporte, y en el fútbol de manera más acentuada, la gloria en la mayoría de los casos es efímera. Pero el de Marcos es el ejemplo de que de un club tan modesto como es el Portmany, del que partió hace varias temporadas, se puede llegar a la cúspide del fútbol. Hay que recodar que sólo tres pitiusos habían jugado en Primera antes de que Marcos debutara el pasado mes de octubre. Por suerte, el fútbol ibicenco, necesitado desde hace muchos años de referentes como éste, tiene en proyección un buen puñado de jugadores capaces de llegar adonde ha llegado Marcos. Sant Antoni, el Portmany y el fútbol pitiuso deben estar de enhorabuena por este triunfo que es un poco de todos.