El tradicional mensaje del Rey con motivo de las fiestas navideñas tuvo, en esta ocasión y debido a las circunstancias políticas por las que atraviesa el país, una especial relevancia. Es destacable su llamamiento a la unidad, al consenso y al sosiego para afrontar la lucha contra el terrorismo en un momento en el que las dos principales fuerzas políticas del Estado parecen haber hecho un frente partidista y atienden más a esas estrategias de partido que al interés general.

Don Juan Carlos enmarcó el proceso en el respeto a la legalidad y, de forma muy concreta, a la Constitución como norma fundamental que fue aprobada por el pueblo soberano. Y es cierto que deben primar las normas en un Estado de Derecho y que las modificaciones de la Carta Magna deben realizarse de acuerdo con los procedimientos previstos y por quienes han sido elegidos para representar a los ciudadanos. Pidió además «rigor y solidaridad» para frenar el drama de la inmigración ilegal, no sin antes reconocer la aportación que han hecho los inmigrantes y su especial relevancia en el desarrollo económico de España en los últimos años. Tuvo también unas palabras para reconocer la riqueza que supone la diversidad y los hechos diferenciales que conforman el Estado, sin que esto tenga que suponer ruptura alguna.

Todo su discurso estuvo siempre acompañado de alusiones a la necesaria unidad para afrontar los problemas que realmente preocupan a los españoles. En la actual situación de confrontación y crispación política, con un proceso de paz en ciernes, es de agradecer que la máxima institución del Estado recuerde a los poderes públicos y a los partidos políticos que los grandes asuntos requieren retornar al acuerdo y al consenso como los que presidieron la Transición.