Rodríguez Zapatero regresó de Senegal literalmente impactado de la realidad que vive ese país africano, situación que comparte con gran parte de los países del continente, por hablar sólo de Àfrica. El presidente del Ejecutivo viajó a Senegal para intentar llegar a un acuerdo y reducir el número de inmigrantes que cada año se acercan a las costas españolas.

El resultado del encuentro mantenido con responsables senegaleses no fue ni tan bueno ni tan malo. Por una parte, el Gobierno español se ha comprometido a seguir ayudando a Senegal a nivel de cooperación para mejorar su desarrollo social, algo necesario en un país que precisa, entre otras muchas cosas, empleo e inversiones.

A esta ayuda necesaria se le debería haber sumado (y no fue así) un convenio más que imprescindible para España que permita la repatriación de los ciudadanos senegaleses que lleguen a nuestro país de forma ilegal. El compromiso no fue firmado, dejando en el aire la potencial ayuda que podría haber prestado Senegal a España en este asunto tan crítico.

Zapatero sigue insistiendo en la importancia de incrementar y de mejorar los controles para reducir la lista de inmigrantes que se acercan a las costas españolas. Sin embargo, y a pesar de las medidas incorporadas a lo largo de este año, resultan insuficientes ante la llegada casi diaria de decenas de ilegales a las costas canarias. El flujo de inmigrantes indocumentados no cesa y, por el momento, no se ha encontrado una solución definitiva a un problema que, a estas alturas, debería contar con el apoyo extraordinario de los países miembros de la Unión Europea. Las ayudas existen pero, por el momento, son más que insuficientes.