Los partidos han comenzado un nuevo curso político después de las vacaciones de verano y el panorama es tan alentador como el que vivimos a finales de junio. Durante el día de ayer hubo reunión del Comité de Dirección del PP y de la Comisión Ejecutiva del PSOE para abordar los temas de actualidad y detallar concreciones sobre el envío de soldados al Líbano y la desbordante llegada de inmigrantes a Canarias durante julio y agosto.

Rajoy puso sobre la mesa una lista de descalificaciones dirigidos al Gobierno y a su ministro Montilla, retomando una retórica que no le fortalece como principal partido de la oposición. En el extremo opuesto, Zapatero cumplió con su papel y expresó su optimismo ante la solución de los problemas más acuciantes de la vida política, como el inicio de la paz con ETA, un discurso tan repetido como criticado por la oposición.

Quien sí sorprendió ayer fue la vicepresidenta Fernández de la Vega, quien, por fin, anunció «firmeza» con los países de origen de los inmigrantes. Tarde y mal. Esta decisión debería haberse adoptado hace muchos meses, cuando el archipiélago canario comenzaba a estar desbordado por los miles de irregulares que llegaban a sus costas.

La vicepresidenta dice que no va a tolerar que se sigan incumpliendo los acuerdos bilaterales y multilaterales alcanzados con dichos países. Y lo dice ahora, cuando el problema se ha agravado y la solución es cada vez más compleja. En un tono más amenazante que diplomático, advirtió que todo el que entra en España de forma irregular, más tarde o más temprano saldrá del país.

Bonitas palabras para poner freno a un grave problema al que este verano, por lo menos, el Gobierno no ha sabido hacer frente.