La reforma del Código Penal, aprobada este viernes por el Consejo de Ministros, ha nacido con las reticencias del Partido Popular (PP), últimamente muy dado a oponerse a cualquier propuesta del Ejecutivo de Rodríguez Zapatero. Sin embargo, tiempo habrá durante la tramitación parlamentaria para llegar a acuerdos en un tema esencial del entramado legislativo del Estado si se quieren combatir comportamientos delictivos con la mayor eficacia posible. Porque es evidente que debe contarse con las armas jurídicas suficientes para luchar contra el crimen organizado, que traspasa fronteras y se halla en expansión en nuestro país. Así como también es preciso poner al día otros aspectos penales que han quedado algo desfasados.

Pero uno de los capítulos que más ha llamado la atención es el de la inclusión de penas de prisión para los conductores que tengan comportamientos altamente imprudentes que pongan en peligro, no ya sólo sus vidas, sino las de los demás. Sobrepasar la velocidad permitida en un alto porcentaje o determinados comportamientos sumamente temerarios al volante estarán penados con la cárcel.

Es preciso que se tome conciencia de la responsabilidad que tiene una persona cuando conduce un vehículo y, en este sentido, la reforma del Código puede contribuir a disminuir los accidentes por cuanto supone de elemento disuasorio. Y, además, es lógico que comencemos a calibrar la importancia real que tienen las irresponsabilidades en las carreteras. Con todo, sería importante que la reforma contara con un amplio acuerdo del Parlamento, ya que esto es fundamental en determinadas leyes que no pueden ni deben ser objeto de modificaciones en función de quién gobierne.