La condena del Parlamento Europeo al franquismo, como ya ha sucedido con otras iniciativas similares en España, no contó con la aprobación del Partido Popular (PP), que, incomprensiblemente, siempre se ha mostrado reacio a rechazar frontalmente ese oscuro período de la historia del país, un tiempo plagado de masacres, torturas, injusticias y constantes ataques a los derechos humanos.

Aunque es cierto que la Segunda República tuvo un tortuoso camino y una cierta incapacidad para controlar una situación cada vez más convulsa, ese era el régimen legítimo y, en ningún caso, puede justificarse un golpe de Estado que, además, nos condujo a una cruenta Guerra Civil en la que se multiplicaron las víctimas inocentes.

La resolución de la Eurocámara pide además disculpas en nombre del Viejo Continente por haber dejado a España abandonada a su suerte. Aunque, ciertamente, llega un poco tarde, bienvenida sea la disculpa, pero una mayor implicación de las democracias occidentales en los años 30 y 40 posiblemente hubiera cambiado el curso de la Historia.

Sea como sea, es hora ya de que contemplemos con perspectiva los hechos de aquella época. Y sería imprescindible que así lo hiciéramos todos, incluido el PP. Sólo superando ese extraño rechazo a condenar lo acaecido en el período de la dictadura, podremos asegurar que nos encontramos ante una derecha moderna, sin anclajes en un pasado que debe ser sólo eso.

La memoria de los que perdieron la vida de forma injusta por sus ideas en uno y otro bando exige que seamos capaces de ello. Este asunto no puede seguir siendo motivo de lucha partidista. Eso es algo que, pasados ya muchos años, no se entiende.