Ayer fue el primer día en el que se aplicaba el permiso de conducir por puntos en España y se hizo en una jornada en la que se multiplicaron los controles de Tráfico en las carreteras, incluidas las de Balears. Como resultado de la aplicación de la nueva norma de circulación, algunos conductores de las Islas perdieron ya puntos en las primeras horas, mientras que en Catalunya dos infractores los perdieron todos. Ciertamente es aún demasiado pronto para determinar la efectividad del llamado carnet por puntos a la hora de que se produzca una reducción significativa de la siniestralidad, objetivo fundamental de la normativa. Aunque si tomamos como ejemplo otros países en los que se aplican normas similares, caso de Gran Bretaña o Francia, el descenso del número de siniestros ha sido realmente importante.

Lo cierto es que, como señalaba ayer el director general de Tráfico, los conductores que respeten las normas no tienen nada que temer. Lo que se penaliza es la infracción y la pérdida de los puntos es proporcional a la infracción que se haya cometido. Es, por tanto, una reglamentación que puede ser fundamental a la hora de reducir las dramáticas cifras de muertos o heridos en accidente de circulación. Además, el hecho de que la recuperación de puntos se haga mediante cursos de reciclaje en autoescuelas autorizadas, garantiza, cuando menos, el repaso de las normas fundamentales que deben regir en las carreteras. Esto no quiere decir que no haya que seguir incidiendo en otros asuntos como la permanente mejora de la red viaria o la educación vial desde la edad más temprana. Además, el nuevo carnet puede producir a corto y medio plazo un efecto disuasorio que tenga como reflejo una mayor responsabilidad cada vez que un conductor se siente al volante. Si con ello se contribuye, como parecen demostrar ejemplos como el francés o el británico, a tener mayor seguridad, habremos salido ganando todos.