En nuestro país no resulta muy difícil averiguar cuáles son los
problemas que acarrean los horarios de la mayoría de los
trabajadores, simplemente preguntando en su entorno más próximo.
Pero el Gobierno ha necesitado la investigación de una Comisión
Nacional para la racionalización de los horarios laborales en
España, que acaba de lanzar al aire sus conclusiones: pasamos
demasiadas horas en el trabajo. Lo que, por otra parte, según
puntualizan los expertos, no significa que trabajemos más ni
mejor.
La sorpresa es que el informe asegura que las empresas que
«liberan» a sus trabajadores a las seis de la tarde, como máximo,
resultan más rentables y productivas y, además, contribuyen a
mejorar notablemente la vida familiar y personal de los empleados.
Una idea que habrá que tener en cuenta pero que, como todas las
costumbres larga y profundamente arraigadas en una sociedad,
costará cambiar.
De hecho, lo que se trata aquí es de «europeizar» España, una
tarea ardua y casi titánica, porque hablamos de un modus vivendi,
de mediterraneidad, de carácter, de una forma particular de ver y
entender la vida. Por eso, a pesar de que a todos nos gustaría
variar el horario laboral sin que éste se prolongue más allá de las
seis de la tarde, seguramente no resultará nada fácil abandonar
costumbres que están fuertemente arraigadas.
Lo de terminar de trabajar, llegar a casa, jugar con los niños,
cenar e irse a dormir a la hora del telediario no es algo a lo que
estemos acostumbrados.
Aunque de lo que se trata es de mejorar tanto la productividad
como la calidad de vida de los trabajadores. Por tanto, no hay que
desdeñar en absoluto contemplar modificaciones sustanciales, aunque
esto pueda suponer algunas renuncias.
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