Días atrás, el Frente Polisario puso en libertad a los últimos prisioneros de guerra marroquís que estaban en su poder desde el fin del conflicto. El gesto del Polisario, que se produjo merced a la mediación internacional -especialmente la norteamericana-, supone obviamente un paso adelante en la compleja resolución de un contencioso iniciado hace ya 30 años. Quienes aspiran a la independencia para su tierra del Sáhara Occidental han respondido, pues, correctamente a las exigencias de la ONU, que calificaba este paso de imprescindible para desbloquear la convocatoria de un referéndum de autodeterminación en dicho territorio. Ahora le tocaría a Marruecos corresponder igualmente con un gesto de buena voluntad, si bien son mayoría los que dudan que por el momento éste se produzca. Y hay que admitir que razón no les falta para ello, ya que no deja de ser extraño que las mismas instancias internacionales que han presionado para que ahora esos 400 presos marroquís quedaran en libertad no muestren idéntico empeño para que Marruecos libere a los prisioneros del Polisario que mantiene en su poder. El régimen de Rabat es responsable de la violación de los derechos humanos de cientos de encarcelados saharauis y de la desaparición de miles de ellos. En la inmensa mayoría de los casos su único delito ha consistido en reclamar lo que la ONU les prometió, es decir, la convocatoria de un referéndum de autodeterminación, algo a lo que Marruecos se ha venido oponiendo sistemáticamente recurriendo para ello a las más variadas argucias. Desde Marruecos se descarta por principio cualquier solución política que incluya la posibilidad de la independencia del Sáhara Occidental. En tales circunstancias es de temer que cualquier gesto del Frente Polisario, incluido el que comentamos, no obtenga los resultados apetecidos.