No lo tiene fácil José Luis Rodríguez Zapatero en esta
legislatura en lo que concierne al asunto de la construcción
autonómica del Estado. Si bien desde Madrid siempre se va a
defender la unidad territorial española, también tendrán que lidiar
con los líderes de los territorios que aspiran a establecer otros
modelos basándose en el diálogo y la negociación, algo siempre
difícil.
Zapatero recibió ayer, con la mejor de sus sonrisas, a un Juan
José Ibarretxe, lehendakari vasco, que venía a explicarle los
pormenores de su polémico plan para establecer una nueva relación
entre Madrid y Vitoria, o entre vascos y resto de españoles.
De entrada todos debemos alegrarnos de que las visitas de un
presidente vasco a La Moncloa se hagan con total normalidad y,
desde luego, de que se produzcan, algo que no ocurría desde hacía
tres años.
Luego están los contenidos. Porque Ibarretxe no fue a Madrid a
negociar su plan, sino a explicarlo, porque está convencido de que
son los ciudadanos vascos quienes deben decidir su futuro y por
ello el texto se encuentra en el Parlamento autonómico para su
tramitación en otoño. Necesitará Zapatero toda su diplomacia, todo
su «talante» y algo más para enfrentarse a este problema.
El conflicto vasco sigue ahí, aunque últimamente los terroristas
se hagan oír menos. Pero el fondo continúa igual: falta de paz y de
normalización política, social y hasta cultural. Todo ello debe
abordarse con urgencia, porque el Gobierno del PP dejó de lado
estos asuntos para centrarse únicamente en la lucha antiterrorista,
que, por supuesto, debe proseguir. Sin duda la reunión de ayer ha
sido un primer paso, pero la escalera es larga y está llena de
peldaños que habrá que subir con esfuerzo y tesón.
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