Durante el primer trimestre de este año la economía balear
creció únicamente un 0,9%, lo que viene a confirmar
estadísticamente la percepción general de la ciudadanía, que nota
un clarísimo estancamiento desde hace meses. Para este segundo
trimestre que está a punto de concluir, el Govern espera alcanzar
un crecimiento similar, quizá hasta el 1,1%. Así en frío, las
cifras nos dicen poco, pero sí resultan más reveladoras si tenemos
en cuenta que en el conjunto de España el crecimiento será del tres
por ciento, y en Europa, del 1,7 por ciento.
Son datos que vienen a sumarse a una situación que nos deja la
desagradable sensación de dejà vu, pues en los dos años anteriores
el crecimiento económico balear fue igualmente tenue. Así las
cosas, sólo la puesta en marcha de ambiciosos proyectos de obra
pública vienen a sostener un poco en pie el crecimiento económico,
lo que no deja de ser una escapada hacia adelante o, como se dice
ahora, «pan para hoy y hambre para mañana».
Muchos creen, entre ellos algunos sindicatos, que el modelo
económico balear está agotado. Las posibilidades de futuro de
nuestra economía, ciertamente, nadie las conoce, pues el mundo
suele evolucionar por ciclos de alzas y bajones periódicos. Sin
duda la crisis económica en varios países europeos -nuestros
principales clientes- afecta directamente al turismo balear, lo
mismo que el ambiente bélico que vive el mundo.
De ahí que sea necesario un análisis detallado, un estudio
profundo que nos haga ver con claridad qué está fallando y dónde
pueden estar las soluciones. El turismo, que es la base de nuestra
prosperidad, debe seguir siéndolo, pero quizá con planteamientos
nuevos, dejando atrás modelos obsoletos y apostando por fórmulas
vacacionales más imaginativas.
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