El controvertido asunto de la lengua propia vuelve a primera línea de actualidad con la idea de Unió Mallorquina de presentar una proposición no de ley para reclamar la homologación del título de graduado en Educación Secundaria Obligatoria (ESO) con el nivel C de catalán cuando esta asignatura haya sido aprobada.

Una propuesta que resulta de una lógica aplastante. Después de haber estudiado catalán al menos desde los seis hasta los 16 años, cabe esperar que los alumnos de Balears hayan adquirido los conocimientos necesarios para ser merecedores de esa acreditación. Si no lo están, lo que falla es el sistema educativo y esto no obligaría a replantearnos qué y quiénes están fallando.

Está claro que cualquier chaval que sepa que obtendrá el certificado de nivel C de catalán -imprescindible para acceder a puestos de trabajo relacionados con la Administración- aprobando la asignatura en la ESO, se esforzará por hacerlo, convirtiendo el aprendizaje de la llengua en algo más atractivo y con mayor interés, pues la obtención del título favorece también la posibilidad de encontrar un trabajo. Algo que sólo es posible ahora acudiendo a los exámenes organizados específicamente con este fin, opción que complica sobremanera la obtención del título.

De salir adelante la iniciativa de Unió Mallorquina, que ya esbozó en su día el Partido Popular, se simplificaría mucho una cuestión que ahora mismo provoca preocupación entre quienes necesitan obtener el título para acceder al mercado de trabajo o a oposiciones para mejorar su situación actual.

No se trata, en modo alguno, de bajar el nivel de catalán exigible, sino de normalizar su enseñanza. ¿Y qué mejor lugar que la escuela para aprender el catalan? ¿Y quiénes mejores que los profesores de catalán de la red eduacativa balear? A ellos les corresponde enseñarlo y sólo ellos deberán ser quienes evalúen a sus alumnos, sin necesidad de otros tribunales.