El anuncio del plan de infraestructuras sanitarias para las Pitiüses realizado ayer por la consellera balear de Sanitat, Aina Castillo, para los próximos seis años en el que destaca la construcción de cinco centros de salud, el hospital de Formentera y la reforma de Can Misses, ofrece varias reflexiones interesantes. En primer lugar, algo ya sabido y denunciado hasta la saciedad en los últimos años: la falta de equipamientos sanitarios que adolecen las Pitiüses. El hecho de que nuestras islas necesiten todos estos servicios es porque hasta ahora las administraciones implicadas no se han tomado muy en serio esta necesidad. Bien es cierto, que el crecimiento de la población en los últimos años ha sido desmesurado, pero ni el PP ni el Pacte, en su momento, han sabido realizar una planificación a conciencia de lo que realmente era necesario para las Pitiüses.

La segunda reflexión interesante que conlleva este plan sanitario es lo ambicioso del mismo: 58 millones de euros para seis años es una inversión importantísima que habla por sí misma del interés que ha puesto el Govern en este apartado. Ahora bien, también antes hubo otras promesas y ya hace varios años, como el hospital de Formentera o el centro de salud de Eivissa de la avenida Vuit d'Agost, que todavía estamos por ver si esos proyectos se concretan en realidad.

Respecto a la financiación privada o petición de créditos para realizar estas infraestructuras, hay que recordar que en su momento el Pacte lo promovió para construir centros educativos y se encontró con una firme oposición del PP. Con dinero privado se ha construido el nuevo hospital de Son Dureta y cada vez son más las administraciones que recurren a esta vía y no por ello tiene que ser perjudicial para las arcas públicas. Si las Pitiüses necesitan esos centros de salud y nuevos hospitales, no importa si el dinero viene de la vía privada.