En Estados Unidos están empezando a hacer un ejercidio de
reflexión para dilucidar qué es lo que falló para que los
terroristas de Al Qaeda pudieran llegar a cometer los atentados del
11 de septiembre de 2001. Ha pasado cierto tiempo y la verdad es
que ya es hora de averiguar en qué estaban pensando los antaño
todopoderosos servicios secretos del país más fuerte del
planeta.
Durante estos días se están celebrando audiencias ante una
comisión encargada de investigar lo sucedido para poner remedio a
las posibles lagunas en la seguridad nacional tanto en el Gobierno
actual como en tiempos de Bill Clinton. Las conclusiones no estarán
redactadas hasta el verano, pero el secretario de Defensa, Donald
Rumsfeld, ya ha advertido de que la amenaza persiste y en cualquier
momento y en cualquier lugar puede estallar de nuevo la tragedia.
Lo que viene a significar que el terrorismo internacional es
incombatible y que todos, en todas partes, estamos en peligro.
Pero mientras se revelan esas preocupantes impresiones, la
coalición de países democráticos contra el terrorismo parece haber
vuelto a fallar, al ser incapaces de detectar las actividades del
terrorismo islámico en España.
Un fallo casi incomprensible si tenemos en cuenta que nuestros
servicios de inteligencia conocían las redes de Al Qaeda en España,
que hay detenidos relacionados con el 11 de septiembre, sumarios
abiertos, un atentado en Casablanca contra intereses españoles y
que nuestro país tiene, por desgracia, una larga experiencia en
asuntos de esta índole.
Pero todo fue poco. Nadie aquí supo o pudo anticiparse a la
tragedia. Veremos si en el futuro los gobiernos de Aznar y Zapatero
son capaces de sentarse juntos para averiguar qué ha fallado en el
sistema de seguridad nacional y cómo repararlo.
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