En Balears, 237 mujeres maltratadas han solicitado protección
policial para salvar su vida ante el temor de ser agredidas
nuevamente por sus compañeros. Los jueces se la han concedido en un
ochenta por ciento de los casos. En toda España, desde que se puso
en marcha la medida, en agosto pasado -gracias a una inusitada
unanimidad parlamentaria-, casi ocho mil personas han pedido esa
protección. Las cifras son estremecedoras y más si tenemos en
cuenta que las muertes por esa causa han crecido un 54 por ciento
en 2003 y se auguran parámetros similares -si no peores- en
adelante.
Pero quizá lo más curioso es que en el 75 por ciento de los
casos, una abrumadora mayoría, las víctimas mortales nunca habían
denunciado a su agresor, lo que complica todavía más la solución de
los casos, al hacer casi imposible la prevención.
Es un problema complejo al que por más vueltas que le demos
nunca hallamos explicación lógica. Se dice ahora que Suecia -país
moderno y civilizado donde los haya- encabeza las estadísticas de
maltrato a mujeres. De modo que no podemos asociar este fenómeno a
nuestro carácter latino, ni mediterráneo, ni nada. Algo terrible
les está ocurriendo a los hombres -sólo a algunos, por fortuna-
cuando se sienten incapaces de ver en su mujer, novia o amiga a un
igual. A un ser humano que siente, piensa, vive y toma sus propias
decisiones.
No es un asunto frívolo ni fácil. Son muchas las variables que
hay que afrontar, pero de entrada la más perentoria es la
protección a las víctimas y a quienes temen llegar a serlo. De ahí
que se nos antoje una locura dar seguridad física y psíquica a ocho
mil personas, algo que sólo con un empeño feroz y enorme dotación
económica podrá conseguirse.
Sin comentarios
Para comentar es necesario estar registrado en Periódico de Ibiza y Formentera
De momento no hay comentarios.