Después de la situación que se ha vivido en la Feria
Internacional del Turismo en Madrid con el polémico stand del
Ibatur, que no ha dejado nada satisfechas a las delegaciones de las
islas menores, Menorca, Eivissa y Formentera, el Govern balear
debería reflexionar y coger el toro por los cuernos de una vez en
cuanto a la promoción turística se refiere. En el stand de Ibatur,
una vez más, los protagonistas fueron los productos mallorquines:
golf, olimpiada de ajedrez, Costa Nord... Lo único que se pudo
presenciar autóctono de las Pitiüses fue el desfile de la moda
Adlib, que encima ha levantado las dudas sobre la elección de los
diseñadores.
Las mayoría de los representantes pitiusos que acudieron a la
feria constataron la mala imagen que se dio de Eivissa. En primer
lugar, el Patrimonio de la Humanidad, que arrinconado en el stand
no se le dio la importancia que realmente merecía, sobre todo
cuando Eivissa es la única ciudad de Balears que goza de este
prestigioso galardón. Luego, el stand, reconocido por el propio
Matas, no era lo que realmente se había acordado, con innumerables
fallos en las fotografías y topónimos incorrectos (Binirraix, por
ejemplo). También el sector de la hostelería se sumó a las
críticas: ni un solo producto pitiuso que ofrecer a los visitantes;
es más en los mostradores se ofrecía queso manchego y jamón, algo
que soliviantó a los menorquines que, como todo el mundo debería
saber, gozan de un excelente queso con denominación de origen.
Así las cosas, casi nadie salió satisfecho del stand de Balears,
y todo ello cuando parecía que el debate sobre la promoción
independiente de cada isla se había pasado a raíz de la firma de
distintos convenios sobre ayudas a las islas menores. El Ibatur,
que ya lo había hecho antes con el PP y con el Pacte, vuelve a
pecar de mallorquinitis, y como ocurrió en ocasiones anteriores,
aquí no pasa nada.
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