Después del varapalo electoral sufrido el pasado 25 de mayo el futuro del Pacte Progressista en las Pitiüses quedó en el aire. Muchos sectores de la izquierda, sobre todo el PSOE, cuestionaron ésta fórmula que tan buenos dividendos les había proporcionado en los años 1996 y 1999. Aquel 25 de mayo, con la pérdida del Consell de manera abrumadora y del Ayuntamiento de Formentera, el fin de la coalición de izquierdas parecía inminente. Pero tras la conferencia política del PSOE la semana pasada quedó claro que la única fórmula posible para repetir un triunfo en las elecciones era reeditar la coalición de izquierdas en el Senado. El acuerdo se concretó el lunes y la fórmula será la misma que en 1996, cuando se formó la primera aventura: la agrupación de electores encabezada por la independiente Pilar Costa. Los partidos serán los mismos, a excepción de Els Verds, formación que ha quedado prácticamente disuelta en Eivissa.

Ahora bien, el panorama político desde 1996 ha cambiado: el Pacte ha perdido fuerza y credibilidad entre el electorado, mientras que el PP ha salido muy reforzado de los dos últimos comicios. Las dos derrotas sufridas por el Pacte fueron muy contundentes: Fajarnés sobre Fanny Tur en el año 2000 y la ya mencionada de las elecciones autonómicas y municipales de este año. Con este punto de partida, el trabajo que se le presenta a la izquierda pitiusa es más complicado, si cabe, que en 1996. Ahora queda la labor de encontrar un candidato, que ahora mismo no se atisba, y la de ilusionar a un electorado que quedó realmente decepcionado tras el paso del Pacte por los gobiernos del Consell y del Govern, como demostraron las urnas. La oportunidad de las elecciones generales puede ser la última para los progresistas. Una derrota clara significaría prácticamente el fin de una coalición, pero una victoria les daría aire suficiente para creer que la izquierda, bajo esta fórmula, puede volver a gobernar.