La muerte del capitán de navío español Manuel Martín-Oar
-adjunto de nuestro embajador ante el Consejo de Cooperación
Internacional en Irak- en el atentado ocurrido en la sede de la ONU
en Bagdad demuestra el gravísimo deterioro de la situación en Irak
y el fracaso estadounidense en su intento de pacificación del
país.
Los atentados se suceden casi cada día y las agresiones se
repiten como si el conflicto bélico en sí no hubiera terminado.
Realmente, derrotar al ejército de Sadam Husein fue fácil. Lo
difícil será combatir las acciones terroristas de los partidarios
del derrocado dictador. Y, sobre todo, instaurar un nuevo régimen
democrático ante la creciente hostilidad del pueblo iraquí.
Con este último atentado se han abierto multitud de
interrogantes sobre la seguridad en Irak, sobre el futuro del país
y, especialmente, por lo que respecta a España, sobre la situación
del millar de soldados españoles que inician su despliegue en la
provincia de Al Qaassidiya. La inseguridad que reina en Irak se le
está yendo de las manos a la alianza anglo-norteamericana, incapaz
de evitar en pleno Bagdad tan sangriento atentado contra la sede de
Naciones Unidas.
La presumible debilidad de la oposición iraquí al término de la
guerra está dando paso a acciones cada vez mejor coordinadas, y con
efectos más mortíferos, contra las tropas ocupantes y además, en
este caso, contra las organizaciones internacionales de ayuda
humanitaria.
En este difícil contexto se enmarca la llegada de la Brigada
'Plus Ultra'. La trágica muerte del militar y experto en ayuda
humanitaria español ha caído como un mazazo en la sociedad española
y ha sembrado más preocupación por la seguridad de nuestros
soldados y más dudas sobre el sentido de la presencia militar de
España en Irak.
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