El discurso del presidente del Consell Insular en el día de Sant Ciriac, como no podía ser de otra manera, tiene como eje principal la reivindicación de la identidad de las Pitiüses como pueblo, algo habitual y necesario en este tipo de parlamentos. Pero ayer, Pere Palau quiso ir más lejos y desde su posición de presidente reclamó una mayor autonomía y capacidad de decisión del Consell. Dijo Palau que su voluntad es convertir a la máxima institución insular en la auténtica protagonista de la vida social, económica y cultural de las Pitiüses. Esta afirmación de Palau invita a una necesaria reflexión: ¿hasta que punto el Consell puede aglutinar poder y asumir funciones que hasta ahora son competencia del Govern o de los ayuntamientos? La pregunta, lógicamente tiene difícil respuesta, pero si es cierto que en las Pitiüses existen bastantes ejemplos que demuestran que es necesario que el Consell asuma más responsabilidades. Ejemplos hay muchos, como es el caso del agua. En la actualidad existen tres consorcios del agua que se reparten los seis ayuntamientos pitiusos, cuando lo normal sería que existiera uno para una población de cien mil habitantes. O ahí está el caso del transporte público donde se hace necesaria una revisión urgente y a fondo de este servicio para que esté canalizado exclusivamente por un organismo y así facilitar su correcto funcionamiento.

Eivissa y Formentera, por su peculiar distribución geográfica con una población muy diseminada, donde las fronteras municipales chocan unas con otras y provocan permanentes conflictos, requieren de un mayor control supramunicipal, que en este caso debe ser asumido por el Consell. Si todas las instituciones implicadas hicieran frente común en este aspecto es seguro que redundaría en el beneficio del ciudadano, que al fin y al cabo es el objetivo de todo gobierno.