Desafortunadamente, la intervención quirúrgica a la que se
sometieron las siamesas iraníes en Singapur para separarse y poder
vivir de forma independiente concluyó con su fallecimiento en el
quirófano tras muchas horas de operación y con la aparición de
numerosas complicaciones que, finalmente, resultaron insalvables. A
toro pasado podemos cuestionar la oportunidad o no de la
intervención de las hermanas Bijani a sus 29 años, aunque los
médicos que las intervinieron no tienen dudas sobre la corrección
de su actuación, más si tenemos en cuenta que era el deseo de éstas
que se llevara a cabo tan compleja operación.
Si algo queda claro es que nos queda mucho por conocer y mucho
camino por recorrer para poner fin a multitud de problemas
relacionados con la salud, pero esto no debe ser impedimento para
que nos enfrentemos a ellos y actuemos. De hecho, el avance
científico y, muy en especial el médico, requieren a veces de la
osadía, que en ningún momento hay que confundir con la imprudencia
o la negligencia. Naturalmente, todo ello desde el conocimiento y
con la necesaria prudencia.
Pero por desgracia la medicina no es una ciencia exacta y los
riesgos existen. El caso que nos ocupa es un claro ejemplo de los
peligros que hay que afrontar cuando nos encontramos con
intervenciones médicas realizadas muy en los límites de lo
posible.
La principal consecuencia que hay que extraer es que debemos
seguir estudiando, investigando y experimentando para seguir
ampliando nuestros conocimientos. Sólo de este modo podremos seguir
avanzando y, tal vez, consiguiendo en un futuro próximo mayores
éxitos. Aunque sería bueno que lo hiciéramos desde la humildad de
quien reconoce sus propias limitaciones.
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