Se está produciendo un serio incremento de los atentados
terroristas en todo el mundo. En este contexto es especialmente
destacable el hecho de que los atentados integristas han dejado de
circunscribirse a los lugares de actuación más habituales. Éste ha
sido el caso de las últimas explosiones que causaron el
fallecimiento de varios españoles en Casablanca, Marruecos. Pero
ayer el terror volvía a sacudir otro país. En Turquía, una
activista, presumiblemente de un partido de extrema izquierda,
saltaba por los aires cuando se estaba colocando los explosivos en
el lavabo de una cafetería.
Todos los grupos que recurren a este tipo de actuaciones lo
hacen siempre bajo conceptos tales como la liberación de un pueblo
oprimido, la lucha contra el imperialismo o la misma yihad. En
cualquier caso, ninguno de ellos justifica los asesinatos que se
cometen en su nombre, ni el salvajismo y la barbarie que los
rodean, incluyendo autoinmolaciones de terroristas suicidas que
obedecen sólo a la obcecación y a la manipulación de que han sido
objeto.
Naturalmente no se debe pensar que la comunidad internacional
está libre de responsabilidades y precisamente por ello le
corresponde desempeñar un papel activo y fundamental en la
erradicación de esta lacra que sacude el planeta. Las actuaciones
militares promovidas por Estados Unidos hasta el presente se han
mostrado completamente ineficaces. Es más, parecen haber actuado
como acicates. Esto evidencia la necesidad de un cambio de
estrategia que precisa, muy especialmente para el mundo árabe, una
rápida y efectiva solución del problema palestino. Ésta es sin duda
una condición sine qua non para avanzar en la lucha contra el
terrorismo internacional.
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