En momentos como éstos de gran conmoción, resulta fácil que a la
opinión se le pueda achacar algún carácter tendencioso. El drama
mismo de la guerra genera encontradas posturas cuya coartada
ideológica unos y otros atribuirán a posiciones previas. Tal vez
por ello hemos pensado que lo mejor es atenerse a la frialdad
estadística, a fin de que el lector por sí solo extraiga las
oportunas conclusiones, siempre admitiendo los razonables márgenes
de interpretación que los datos proporcionan.
En la actualidad, los Estados Unidos de América conforman el 6%
de la población mundial, al tiempo que manejan el 50% de la riqueza
del planeta. El gasto mundial en presupuestos militares de todos
los gobiernos sobrepasa en algo el billón de euros, a la vez que la
mitad de esa fabulosa cantidad corresponde al Gobierno de los
Estados Unidos. En opinión de los expertos de la ONU, un 10% de ese
gasto militar norteamericano bastaría temporalmente para cubrir las
necesidades básicas del denominado Tercer Mundo.
Si atendemos a la actitud de los Estados Unidos ante la ONU, hoy
tan censurada por la opinión pública mundial como se ha puesto de
manifiesto en centenares de manifestaciones, nos encontramos con
que no es algo nuevo, ya que entre 1972 y 1990, el Gobierno
norteamericano ha vetado más de 30 resoluciones de Naciones Unidas.
Y ya, finalmente, y entrando de lleno en materia de guerra y de
posibilidades de utilización de armas de masiva destrucción
-recordemos que hasta la fecha Norteamérica es el único país que en
la historia ha empleado armas atómicas-, cabe decir que mientras no
se ha demostrado que Irak posea un solo ingenio dotado de cabeza
nuclear, los Estados Unidos tienen más de 10.000. Estos son algunos
datos. Por supuesto, hay otros muchos que ponen en evidencia lo
sanguinario y dictatorial que es el régimen de Sadam Husein. A
partir de aquí está al alcance de cualquier lector el formarse la
opinión oportuna.
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