Si algo sabemos todos es que en toda desgracia siempre sale a flote algo positivo. De esta tremenda situación que vive Galicia desde hace más de un mes hemos extraído algunas lecciones que nunca se olvidarán. Una de ellas, la más llamativa e importante, es la lección de solidaridad que todo un país ha dado a las autoridades, incapaces de reaccionar a tiempo con la suficiente energía. Otra, es el gesto que Marruecos, enfrentado a España durante los últimos meses en una «guerra» sin tregua, ha tenido con Galicia al ofrecer a los pescadores afectados por la marea negra sus caladeros durante al menos tres meses.

Algunos pensarán que es una maniobra bien estudiada para sacar rentabilidad política más adelante. Quién sabe de las verdaderas intenciones de ese vecino que en los últimos tiempos nos ha dado más de un quebradero de cabeza. Pero lo cierto es que el ofrecimiento está hecho y llega en un momento en el que parece que las relaciones bilaterales empiezan a tomar forma de nuevo, tras la reunión de los ministros de Exteriores de ambos países la semana pasada en Madrid.

La ministra española cree que el restablecimiento de los embajadores en sus respectivos puestos ocurrirá más pronto que tarde y ésa es desde luego una buena noticia.

La crisis pesquera, la retirada de embajadores, el enfrentamiento de Perejil... la situación con nuestro vecino del sur no podía sostenerse con tamaña tensión por más tiempo y ha llegado el momento de retomar el diálogo y, quizá, la confianza y la amistad que entre ambos países ha existido tradicionalmente.

El préstamo de los caladeros marroquíes debe ser el primer paso de una nueva etapa que ojalá venga marcada por las buenas relaciones.