El ya de por sí agitado verano pitiuso se ha visto alterado en los últimos días por dos graves accidentes que han teñido de sangre este mes de agosto y que han tenido un denominador común: la imprudencia. La brutal colisión de dos coches en la carretera de Sant Antoni con el resultado de cuatro muertes y el accidente de una moto acuática en Formentera, que dejó heridas de extrema gravedad a tres jóvenes de entre 16 y 20 años se produjeron por culpa de diferentes imprudencias que deben llevar a la reflexión. Sin en la carretera de Sant Antoni fue la excesiva velocidad de un vehículo, con un adelantamiento indebido, conducido por jóvenes que disfrutaban de la noche ibicenca, en Illetes eran tres chicas que pilotaban una moto acuática, al parecer, a gran velocidad por una zona donde está prohibida la navegación de estos vehículos. Es decir, nos encontramos ante dos sucesos donde la imprudencia y la inconsciencia de los jóvenes implicados son la causa de los dos graves accidentes.

Pero, ¿por qué se llega a esta situación? La respuesta puede parecer sencilla, sobre todo cuando se trata de un lugar de veraneo en pleno mes de agosto donde abunda la gente joven, y las carreteras, playas y puertos deportivos de la isla se encuentran desbordados. Cierto es que en situaciones así, que son tres semanas al año, resulta más complicado aplicar una vigilancia exhaustiva en las carreteras y en el mar y controlar la invasión humana que vive la isla, pero ello no debe servir de excusa para pedir un esfuerzo extra a los cuerpos de seguridad y las instituciones competentes. Prevenir este tipo de accidentes no se evita sólo con la vigilancia y el control, sino también con la información y la concienciación de los turistas. Es esfuerzo de todos conseguir que las Pitiüses sean un lugar donde se puede disfrutar de unas vacaciones y no donde se pierda la vida con facilidad.