Al filo del ecuador de la legislatura llega la hora de estudiar los
avances en el Consell desde que Pilar Costa asumió la presidencia y
el panorama no puede ser más desalentador en cuanto a sus logros
materiales: si hoy se celebraran elecciones, el equipo del Pacte
Progressista poco podría ofrecer al electorado más que, quizás, los
coletazos del caso Formentera, que le permitieron distanciarse del
PP y arrebatar a éste el Consell en el 99. Hoy por hoy, no tiene
ninguna posibilidad de crear el gran centro de las artes; tampoco
arreglar las carreteras que no ha sido capaz de reclamar por falta
de entendimiento con los consellers de la oposición, ni
garantizarse el sacar adelante siquiera remanentes presupuestarios.
Por contra, ha tratado de preservar su imagen hasta el punto de
ponerse en evidencia: se desentendió deliberadamente de la huelga
del transporte turístico por carretera en el conflicto que más daño
ha causado en la imagen de las islas y se implicó tanto en el
siguiente, el de los trabajadores de Herbusa, que empañó el enorme
esfuerzo de los consellers Vicent Tur y Fanny Tur al desmarcarse
con una cuestión tan fatua como ilógica: quería que los afectados
por la enorme acumulación de basuras no se dirigieran al vertedero
para depositarlas en él, negando a la gente el derecho a vivir en
un entorno saludable y digno y completamente ajena a la imagen que
las montañas de desperdicios tienen en la industria turística.
Y es precisamente en el ámbito turístico donde el equipo que
dirige tiene una de sus más importantes asignaturas pendientes:
conectar con los hoteleros y definir con claridad el modelo que se
supone que quieren impulsar y del que sólo han mostrado fragmentos
inconexos e intranquilizadores para el sector. Estamos a mitad de
camino y, de momento, se ha quitado más que se ha puesto. Si no,
que se lo digan a los vecinos de Cala d'Hort.
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