Los dos grandes partidos políticos de nuestro país acaban de
rubricar un ambicioso acuerdo que pretende sentar las bases para
reformar de una vez por todas la Justicia en España. Se trata de un
asunto pendiente desde hace décadas. La administración de justicia
en nuestro país arrastra todos los defectos del mundo, en especial
una secular lentitud propia de países atrasados que provoca año
tras año un atasco monumental de expedientes que no hace sino
crecer a medida que aumentan las demandas. Tanto es así que el
último año se presentaron en los juzgados nada menos que seis
millones de asuntos, lo que da una idea del ingente trabajo al que
deben enfrentarse los profesionales de la judicatura.
Destaca de este acuerdo su voluntad de continuidad, puesto que
al estar firmado por los dos grandes partidos, gobierne quien
gobierne el pacto se mantendrá en pie, lo que ya es de
agradecer.
Pero hay en este tema otro escenario que preocupa al ciudadano y
es la excesiva politización de la Justicia, puesto que son los
partidos quienes designan a sus representantes en el Consejo
General del Poder Judicial. Ahora el sistema será otro "la mayoría
de sus miembros se elegirán en el Parlamento de la nación a
propuesta de los propios jueces" y la decisión ha provocado, en
términos generales, satisfacción tanto en ámbitos políticos como en
judiciales, aunque haya también quien disienta, como Izquierda
Unida, por considerar que la estrategia pactista del PSOE le acerca
demasiado a la derecha. Sea como sea, lo cierto es que el sistema
judicial de este país necesita un repaso a fondo, medidas urgentes,
una abultada inyección de fondos y eso es mejor que lo hagan entre
todos, sin frentismos. Sólo así se garantizará que las reformas
lleguen a buen puerto, independientemente del color que tenga el
Gobierno de turno.
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