La decisión del Ayuntamiento de Sant Josep (del Partido Popular) de
plantear un recurso contencioso administrativo contra la decisión
de la Comissió Insular d'Urbanisme (CIU) de subrogar sus
competencias disciplinarias para intervenir en un proyecto en Cap
Llentrisca es el primer paso a una situación que complica aún más
no sólo el panorama urbanístico de las Pitiüses sino también el
político.
Es el primer caso en el que el máximo órgano urbanístico
interviene en un caso de competencia municipal y lo hace sobre la
base de que no comparte los razonamientos jurídicos hechos por Sant
Josep para permitir la urbanización de una finca. Según la CIU, el
Consistorio está saltándose la normativa vigente y favoreciendo
unos intereses particulares cuando, en su opinión, las obras han de
paralizarse para dar cumplimiento a las medidas cautelares en
vigor. El Ayuntamiento, por su parte, considera comprobado que
cuenta con casi todos los permisos en vigor y que no tiene
autoridad ni justificación para detener los trabajos y acusa al
órgano disciplinario del Consell de intervenir en un asunto de
forma arbitraria, en función de parámetros políticos y no
jurídicos. Con todo, se trata de un tira y afloja que no puede
hacer sino generar inquietud en la ciudadanía, que no sabe si aún
ateniéndose a la legalidad más consolidada puede ejercer sus
derechos, modificados con medidas urgentes y cautelares en vigor
puestas en marcha por el equipo progresista del Govern balear y
apoyadas, si no auspiciadas, por el Consell Insular. La situación
está generando tensiones que, desde luego, no benefician a la
confianza del administrado hacia quien administra y saca a flote
una lucha política en detrimento de los intereses generales, al
margen de que unos y otros los invoquen para justificar su postura
sobre este asunto.
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