Nuestro president, Francesc Antich, acaba de regresar de
Bruselas con un buen tirón de orejas para esta Comunitat Autònoma.
La comisaria europea de Medio Ambiente ha censurado a Balears por
no tener preparado ya un listado de territorios que deban ser
protegidos de inmediato, una tarea inacabada por parte de gobiernos
anteriores.
Lo grave de este asunto es que Antich ni siquiera conocía las
exigencias de la Unión Europea a las comunidades autónomas, a las
que pide una protección del 16 o el 17 por ciento de su territorio,
algo inexplicable si tenemos en cuenta la existencia de organismos
a los que se tiene encomendada la relación de Balears con
Europa.
Por el momento, Balears "que en tiempos de Gabriel Cañellas
presumía de ser la autonomía con más territorio protegido" sólo
cuenta con un 5% de su tierra bajo protección oficial y aún queda
otro diez por ciento como mínimo por ordenar. Bruselas ha dado un
nuevo plazo al Govern para que presente, a través del Gobierno de
Madrid, la lista adecuada, bajo la amenaza de retirar al
Archipiélago ayudas por valor de 14.000 millones. Ahora el equipo
de Antich tendrá que ponerse a trabajar a toda máquina para
completar esa lista.
Pero lo realmente importante es si queremos o no proteger más
nuestro territorio. No porque podamos perder una subvención de la
UE, por muy cuantiosa que sea, sino porque estemos convencidos de
ello y en el porcentaje que la ciudadanía estime oportuno.
Lamentablemente, no llega este aviso en el mejor de los momentos.
Hablar de acelerar la creación de zonas protegibles sólo exacerbará
más los ánimos, ya suficientemente crispados. Lo que urge es que
impere la serenidad para reflexionar sobre la preservación de
nuestro territorio sin conculcar ningún derecho.
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